Priscilla Falconí: El Papa que abrió la puerta

Tan transformador fue su pontificado que rompió siglos de exclusión institucionalizada
Francisco modernizó la Iglesia católica: reformó el derecho canónico para endurecer las sanciones por abusos sexuales y disolvió comunidades religiosas implicadas, facilitó la nulidad matrimonial, declaró inadmisible la pena de muerte, promovió la inclusión de personas LGBTQ+ al permitir la bendición de sus uniones y su participación en los sacramentos, permitió que divorciados vueltos a casar comulguen y fortaleció el diálogo interreligioso al reconocer que “Dios no es católico” y reunirse con líderes musulmanes y judíos. Priorizó una iglesia más acogedora, cercana a los pobres, más sinodal y menos clerical.
Tan transformador fue su pontificado que rompió siglos de exclusión institucionalizada al permitir por primera vez, de forma explícita y legal, el acceso de mujeres a espacios de decisión y liderazgo en el Vaticano. En 2010, menos del 5 % de esos cargos eran ocupados por mujeres; para 2022, ese porcentaje superó el 24 % en la Curia Romana y oficinas vaticanas (The Guardian). Una de cada cuatro altas funciones está hoy en manos femeninas, un hecho sin precedentes.
El ‘motu proprio’ Spiritus Domini (2021) modificó el Código de Derecho Canónico para reconocer jurídicamente a mujeres en los ministerios del lectorado y acolitado, oficializando funciones ya ejercidas y abriendo la puerta a su inclusión ministerial. Con la constitución apostólica Praedicate Evangelium (2022), les dio cargos de liderazgo en dicasterios y el voto en el Sínodo de los Obispos. Nombró a Simona Brambilla, prefecta; a Raffaella Petrini, secretaria del Gobierno Vaticano; a Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo, y a Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. Por primera vez, monjas accedieron a roles de tan alto nivel, antes reservados a obispos o cardenales.
‘Porta aperta est, nec claudetur’. Francisco hizo lío, y no solo por elegir zapatos negros en lugar de los tradicionales rojos. Nos deja ejemplo de sencillez, austeridad y valentía; un legado vivo donde la realidad importa más que la idea, una iglesia que cambia y se encarna. ¿Optará el próximo Obispo de Roma por llevar más lejos esta evolución? Lo recorrido ya no admite retorno.