Priscilla Falconi Avellán | Lo que vale es la práctica
El patrón es claro, cumplimos la norma, pero no cambiamos la práctica
A los cinco años, una descarga eléctrica le arrancó ambos brazos y una pierna a Victoria Salcedo. No solo sobrevivió, aprendió a escribir, maquillarse y modelar. Su historia no es un cliché motivacional, sino la de una mujer que convirtió la adversidad en determinación. Desde su experiencia afirma que en Ecuador la inclusión sigue siendo una aspiración. “Las leyes son letras -dice-. Somos los humanos quienes las ponemos en acción, quienes insertamos en la vida real esas palabras que suenan tan bien, pero que en la práctica no siempre se viven”. Más de una vez ha debido exigir derechos reconocidos en la teoría.
Ecuador tiene una Constitución garantista, ratificó la Convención de la ONU sobre Discapacidad y exige que empresas con 25 o más trabajadores contraten al menos un 4 % de personas con discapacidad. Pero la barrera no es jurídica, es cultural. Persisten estigmas, entrevistas que descartan antes de escuchar, oficinas que no se adaptan y la idea de que la inclusión es caridad. La falla no está en la ley, está en la práctica.
Las cifras lo confirman. Según el Censo 2022, casi 48 mil personas con discapacidad tienen formación superior y están en edad de trabajar, pero su participación laboral no llega ni al 35 %. Y quienes sí trabajan se concentran en empleos de baja calificación, aún con títulos profesionales. El rezago es global; en España, pese a una cuota del 2 %, la tasa de empleo en personas con discapacidad apenas alcanza el 28,5 %. En Chile, con una cuota del 1 %, los estudios coinciden en que la principal traba no es la norma, sino la cultura. La OIT advierte que, incluso con leyes avanzadas, las personas con discapacidad siguen teniendo más probabilidades de estar desempleadas o mal remuneradas.
El patrón es claro, cumplimos la norma, pero no cambiamos la práctica. Contratamos para llenar un casillero, no para integrar. Lamentable reflejo de cómo funcionamos como sociedad. Se requiere gestión, adaptación y voluntad. Las leyes existen; depende de nosotros hacerlas verdad. Y esto va más allá de la discapacidad, ninguna norma transforma lo que nuestra conducta no respalda. Las cosas no cambian por decreto, cambian por decisión -y por las acciones que la sostienen-.