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Ídolos de barro

Avatar del Paúl Palacios

La propaganda extremista es capaz de vestir de héroes a delincuentes si es útil para sus propósitos, como hoy pretenden hacerlo con Alex Saab’. 

En el otoño de su vida tuve la suerte de conocer al comandante Uber Matos. Matos fue, junto con Fidel Castro y Camino Cienfuegos, uno de los comandantes que hicieron la entrada triunfal a La Habana aquel 8 de enero de 1959, encaramados en un tanque Sherman capturado al ejército de Batista. Si hubo alguien que estuvo cerca de los Castro, de Ernesto Guevara, de Cienfuegos y de otros revolucionarios, ese fue Matos, por tanto tenía voz autorizada para contar las intimidades del proceso.

Buena parte de lo que conversamos en nuestros años de amistad, hasta su muerte, lo relata en su libro Cómo llegó la noche, y otras anécdotas las escuché de sus labios.

Me contaba, sonriente, que Ernesto Guevara era una construcción novelesca de los Castro; que por ejemplo, lo que se sabía de la Operación de Santa Clara con la toma del tren blindado, había corrido bajo el mando de otro revolucionario, y que habiendo estado presente Guevara, se le atribuyó una epopeya épica que no mereció. El premio de Guevara por una lealtad obsesiva al sanguinario proceso castrista fue darle pintura a su figura, y cuando esa pintura empezó a lucir con mejor color que la propia, Castro se deshizo de él en las montañas de Bolivia.

Traigo a colación esto, pues Nicolás Maduro se ha dado a construir la figura heroica de Alex Saab, usando todos los medios de propaganda disponibles. Se recordará que Saab enfrenta hoy a la Justicia norteamericana, y lo acusan de constituirse en lavador de dinero y testaferro de Maduro. El aparato de propaganda venezolano lo bautizó como el ‘agente antibloqueo’, y arregló fotos para darle una especie de matiz con ‘look’ del Che. A diferencia del Che con Castro, a Maduro se le fue de las manos este tema de Saab, y más temprano que tarde terminará delatándolo, igual que ese indio tallán en Perú que vendía por igual a paisanos y españoles. Los jerarcas comunistas siempre terminaron como autoritarios y pillos, todos sin excepción, y en el caso de Maduro la Justicia gringa lo alcanzará, como también vendrán por algunos amiguitos de Saab de acá. Ídolos de barro macerados en ambición.