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Consensos de Cusín

Avatar del Paúl Palacios

En un país donde no dialogamos, y se nos dificulta mucho acordar una agenda de largo plazo, el diálogo de Cusín es un ejercicio útil para buscar un Ecuador posible’.

Hace unas semanas recibí una gentil invitación para acudir a una reunión de trabajo en Cusín, provincia de Imbabura. No sabía quiénes irían en esta oportunidad, pero con el transcurrir de los días y al conversar con otras personas sobre mis temas habituales, observé que conocía a dos o tres con las que me vería.

Al llegar el jueves por la noche, en medio de la lluvia y de un frío no terrenal a San Pablo del Lago, empecé a observar personas de la más variada procedencia. Había activistas sociales, ambientalistas, indígenas, empresarios, políticos de nueva generación, gente de izquierda, gente de derecha y de diversos lugares del país.

A la mañana siguiente, temprano, se nos explicó la dinámica: nos sentaríamos a escucharnos en torno al impacto de la situación fiscal en la vida del país, en su crecimiento, en el aplacamiento de la pobreza, en la búsqueda de la equidad. A partir de la evidencia presentada por expertos extranjeros respecto de Ecuador, Latinoamérica y el mundo, podríamos tener los insumos para articular una discusión que nos permitiera acordar puntos básicos, que nos den la oportunidad de modificar ciertos paradigmas que arrastramos, entender visiones que pudieran ser tan diversas, y por sobre todo hacerlo de una manera asertiva, respetuosa y comprometida con lo que se acuerde.

Estoy seguro de que hay una infinidad de temas urgentes e importantes; de hecho por nuestra procedencia podemos plantear muchos: nutrición infantil, seguridad social, empleo, narcotráfico, justicia ordinaria, institucionalidad, educación, ambiente, en fin, mil. Sin embargo, creo que la visión de los convocantes fue plantear un tema que al ser capaces, como país todo, de administrarlo adecuadamente, se pueda lograr impactar positivamente en los demás que angustian a las familias de este país.

Este fue un ejercicio útil de diálogo, de expresar visiones diversas, de evidenciar la posibilidad de renunciamientos a posiciones extremas, y por sobre todo de recordarnos que necesitamos construir una agenda compartida para hacer de este país un lugar donde haya espacio para todos.