Columnas

Ahora es cuando

'Ahora es cuando el país necesita de líderes de verdad y no de parlanchines de cafetín'.

Al momento de escribir estas líneas el petróleo se ha desplomado a $30 por barril, y la deuda ecuatoriana ha aumentado en su percepción de riesgo, lo cual nos hace poco factible acudir al mercado de valores internacional para financiar el déficit anterior a esta crisis, menos aún para obtener recursos que hoy harían falta.

La crisis sanitaria mundial ha llenado los mercados de todos los bienes (reales e intangibles) de incertidumbre, y al no tener registros de una situación similar, parece que existe un comportamiento aleatorio de los actores. En otras palabras, las autoridades monetarias de los países, de los bloques económicos y los actores productivos globales, no tienen idea de cómo lidiar con la crisis. En ese marco nadie se preocupa por los pequeños problemas, y para el mundo, por lo menos para aquellos que saben dónde queda Ecuador, no tenemos la menor relevancia: somos nosotros los que debemos resolver nuestros propios problemas.

Antes de la crisis del petróleo teníamos un déficit de $ 3.500 millones, y compromisos por financiar por $ 6.500 millones. Hoy hay que añadirle a ambas cifras $ 2.000 millones más. Este es el momento para liberar el precio de los combustibles, excepto el gas de uso doméstico, porque al precio actual de ellos el consumidor no sufrirá un impacto. Para ello se necesita un acuerdo con los líderes políticos del país y la capacidad de comunicación adecuada por parte del Gobierno; situaciones ambas que no se produjeron en octubre pasado.

No tengo dudas de que alguien tratará de aprovechar la situación para armar caos, pero también es la oportunidad de la sociedad, de los buenos, de los ciudadanos que no quieren ver en cenizas a su país, para movilizarse.

Ahora es cuando el país necesita de líderes de verdad y no de parlanchines de cafetín. Ahora es cuando el país necesita de ciudadanos decididos a pelear por sostener el país y no de timoratos que vean por televisión cómo se destruye. Estoy seguro de que al final todo estará bien, y si no está bien aún, es porque no hemos llegado al final; pero eso depende de lo que hagamos, porque ahora es cuando.