Premium

Paúl Palacios: El carrito del supermercado

Avatar del Paúl Palacios

Lo que vivimos hoy es consecuencia de un sistema que premia la coerción punitiva por encima de la disciplina para hacer lo que se debe

Cada año, al finalizar, trato de hacer un recuento de aquellas cosas que aprendí, los errores que cometí y plantearme una reflexión que pueda compartir con mi familia, amigos y lectores sobre lo que podría hacer mejor para el año siguiente.

Hace pocos días, cuando visitaba una plaza comercial, más por temas profesionales que por el interés de comprar algo, pude observar que una persona empujaba un carrito de supermercado hasta su vehículo. Sacó sus bolsas de compras, las guardó y lo dejó en el estacionamiento contiguo.

Posiblemente una de las muestras más simples de respeto ciudadano es eso: ¿dónde dejamos el carrito del supermercado? Nadie nos multa si lo dejamos bloqueando un estacionamiento, nadie nos llama la atención siquiera. No conocemos a quien tendrá que bajarse a apartar el carrito para poderse estacionar, y menos aún a quien debe recogerlo pudiendo hacer otro trabajo más útil.

Hay un lugar para dejarlo, y si no lo hay, siempre será bienvenido retornarlo a donde se lo tomó, pero depende de uno exclusivamente.

¿Qué tanto estamos dispuestos a hacer lo que nos corresponde sin que nos lo impida una represión coercitiva? Esa es la medida de nuestro nivel de ciudadanía. ¿Podemos mantener el límite de velocidad sin que exista una multa por rebasarlo? ¿Pueden nuestros niños hacer sus tareas escolares sin que los padres estén ‘arreándolos’ detrás? ¿Estamos educando a nuestros jóvenes para que asuman la responsabilidad de su voto? ¿Podemos hacer algo tan simple como no tirar basura a la calle, o simplemente barrer hacia adentro?

Evidentemente el futuro no es siempre en un 100 % consecuencia de nuestros actos, pero lo es en un altísimo porcentaje.

Son esas cosas que hacemos cada día por convicción, por compromiso con uno mismo y con el entorno, sin que nos obligue una autoridad, la ley o una cámara, las que nos construyen como ciudadanos de bien, y al final del día, las que marcan nuestro éxito o nuestras lamentaciones.

¿Qué podemos hacer bien por la comunidad el próximo año, por el simple hecho de hacer lo que se debe?

Mi mejor deseo de un año lleno de sueños cumplidos.