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Piratería en El Golfo

Avatar del Nelly de Jaramillo

Hace más de un año, en artículo intitulado ‘Salvemos a Puná, la isla guayaquileña’, nos referimos especialmente al gran problema que padecía por la contaminación causada por desechos plásticos que la marea llevaba a sus orillas sur y este desde el continente; es decir Guayaquil, cantón del que es una de sus parroquias rurales, desatendida desde siempre, problema que estaba siendo estudiado entonces por dos alumnas de Turismo de la Espol para presentar un proyecto de posibles soluciones ambientales, que tampoco sabemos qué suerte tuvo.

Hoy volvemos a ocuparnos de nuestra tan cercana y olvidada isla, por otro gran problema que parece increíble que ni el Gobierno nacional ni el seccional autónomo de Guayaquil hayan tratado de solucionar hasta ahora, pese a las continuas incursiones de los “piratas del río” que, desde hace años, vienen asaltando a los pescadores para robarles el producto de la pesca, atreviéndose aún con los empresarios camaroneros de la zona. Hay que suponer que debida y legítimamente armados, y que por la impunidad con que actúan, se han atrevido ahora a asaltar a la única nave que lleva masivamente víveres a la isla, como sucedió el sábado pasado, en la tarde.Cinco delincuentes que iban en una canoa a motor abordaron el barco Lisette, media hora después de zarpar del muelle sur, cerca del mercado Caraguay, ydespojaron de sus pertenencias a los usuarios que se ven obligados a embarcarse ahí, ya sea porque no alcanzan cupo en las lanchas rápidas, o porque quieren ir resguardando su carga. Un sargento de policía, ante el peligro corrido, hizo uso de su arma de dotación y abatió a dos delincuentes; quedó herido un ocupante de la nave.

La presidenta de la Junta Parroquial de Puná, Wendy Álvarez, ante los hechos continuos de piratería que acechan en la zona, dice haber gestionado la creación de “puntos estratégicos de vigilancia a lo largo del Golfo de Guayaquil y todo lo que comprende la isla”, pero que aún no ha obtenido respuesta, todo lo cual reporta este mismo Diario en su edición del lunes 26 de julio.

¿Hasta cuándo va a durar este quemeimportismo bárbaro tanto del Gobierno nacional como del Municipio guayaquileño ante lo que podría ser un emblemático proyecto, aun de carácter turístico, en lugar de una sucia mancha en nuestro hermoso entorno?