Premium

COVID-19 y paralización de la guerra

Avatar del Nelly de Jaramillo

"¿por qué no utilizar en Ecuador a nuestras Fuerzas Armadas en tareas de paz como estas, para las cuales deben encontrarse suficientemente preparadas?"

¿Quién hubiera creído que la pandemia de COVID-19 que asuela el mundo y ha puesto en fisga la realidad del increíble progreso científico alcanzado en otros ámbitos, que no el de la salud, pudiera sin embargo haber traído algún efecto colateral benéfico a la humanidad: la paralización casi total del conflicto armado en los lugares azotados por el monstruo de la guerra, en especial en Medio Oriente (Siria, Libia, Afganistán, Irak, Yemen, Palestina). Además que el gran agresor se halla concentrado en la campaña presidencial norteamericana. Como si algo tuviera de cierto aquel antiguo dicho: “no hay mal que por bien no venga, con un ‘addendum’ quizá más importante, como es el hecho de que la mayor parte de las maniobras militares hayan tenido que ser suspendidas para poder los ejércitos asumir labores de emergencia nacionales para la que están mejor preparados que las instituciones civiles: construcción de hospitales de campaña, desinfección, traslado de cadáveres, etc. Poseen una gran cantidad de mano de obra entrenada en tareas que cumplen con eficiencia y gran experiencia en planificación y en el manejo de crisis.

Por otra parte, ante el deterioro global de las economías del mundo occidental y oriental, pérdidas industriales y otros problemas causados por la falta de movilidad a que obliga la pandemia, tanto Washington como la OTAN y Moscú han tenido que cancelar maniobras militares ya programadas. El grueso de su actividad se concentra ahora en paliar los efectos de la pandemia, como destaca y recomienda el organismo británico especializado en defensa y seguridad Royal United Services Institute, según las notas de los diarios.

De allí también que nos preguntemos ¿por qué no utilizar en Ecuador a nuestras Fuerzas Armadas en tareas de paz como estas, para las cuales deben encontrarse suficientemente preparadas? En épocas anteriores de desastres naturales ya lo hicieron y bien, construyendo puentes y caminos, por ejemplo. ¿Por qué no contar hoy con una colaboración más protagónica de nuestro ejército ante la pandemia que continúa trizándonos los nervios y amenazándonos con un rebrote de su terrible cosecha de muerte, como la que pasamos hace escasos meses?