Monica Cassanello | No podemos someternos
¡Reaccionemos!, no podemos someternos de ese modo, ni renunciar a la calidad de vida que merecemos
Un grupo de extranjeros estaba considerando la posibilidad de visitar Ecuador. Algunos familiares suyos habían viajado en su juventud a Bogotá, donde vieron de cerca las acciones del terrorismo, con bombas que explotaban en la ciudad. La típica imagen colombiana de los años 80 y 90. Esa era toda la referencia que tenían de la región, lo que hizo que pongan en duda su venida.
En Google Earth, tras haber investigado sobre la situación del Ecuador, ubicaron a Durán, la ciudad más peligrosa del país, y luego a Samborondón, donde planeaban hospedarse. Les aterró descubrir que a ambas apenas las separan pocos minutos de trayecto en auto. El miedo creció.
Las noticias que leyeron en la web los llevaron a pensar que era muy probable que entrasen a robar a la casa donde los iban a recibir, y que si salían de algún banco, tras realizar un retiro de dinero, habría altas probabilidades de que los asalten.
Sus amigos ecuatorianos los tranquilizaron, mostrándoles que llegaría a una ciudadela cerrada, con muros altos y una garita de acceso con guardia privado. Les explicaron que así vivimos todos acá, protegidos (en verdad, encerrados) y les hicieron ver fotos de las urbanizaciones donde ellos habitan.
Eso los tranquilizó un poco, pero sin estar convencidos, empezaron a analizar la opción de llegar a Guayaquil solo para viajar inmediatamente a Galápagos, y tal vez, solo tal vez, quedarse un par de días en las aparentemente seguras ciudadelas amuralladas.
En el extranjero no logran entender que los habitantes de un país estén acostumbrados a vivir así. Definitivamente, los ecuatorianos, y sobre todo los costeños y guayaquileños, nos hemos resignado a llevar una vida sin libertad, con planes completamente supeditados solo a aquello que no implique una sobreexposición al riesgo de ser secuestrados, asaltados o en el peor de los casos, de ser víctimas colaterales de algún sicariato o de alguna explosión perpetrada por un grupo terrorista.
¡Reaccionemos!, no podemos someternos de ese modo, ni renunciar a la calidad de vida que merecemos. Una ciudadanía indolente solo puede esperar un futuro oscuro. Una ciudadanía activa y organizada puede lograr grandes cambios.