Retos al sindicalismo
Recientemente se leía en este diario que el desempleo repuntaba en 5,4 % y que el Frente Unitario de Trabajadores preparaba nuevas acciones y movilizaciones. Al respecto cabe hacer la siguiente reflexión: a) El sindicalismo nace con la Revolución industrial en el último tercio del siglo XVIII, cuando la máquina sustituyó al trabajador manual, la fábrica ocupó el lugar del taller y la gran industria sustituyó la economía del artesanado por la economía de escala. Era el imperio de la máquina sobre el hombre y el poder del dinero sobre el trabajo. Y b) La lucha de clases entre la clase poseedora del dinero (capitalistas), frente a la poseedora de la fuerza del trabajo (obrera). Antagonismos propios del último tercio del siglo XVIII en los países con economías desarrolladas, sobre todo las de Oriente, han sido superadas, quedando caducas o para referencia en discursos de ideologías de la izquierda comunista. La realidad es que tanto sindicatos como empresarios en dichos países han entendido que ambos, trabajadores y empresarios, buscan una mejor condición económica como medio para lograr una mejor condición de vida.
Tal paradigma solo se pudo lograr entendiéndose como elementos complementarios dentro del proceso económico de producción y productividad, dejando de lado aquella arcaica lucha de clases que solo beneficia a los políticos de izquierda y pauperiza al pueblo.
Para que los niveles de vida de un pueblo sean buenos se requiere que dicho pueblo tenga una economía fuerte, y las economías se fortalecen con inversión y capacidad de ahorro. Aquello únicamente se logra con una gran masa productiva y mínimo desempleo, lo cual solo se logra con competitividad a nivel nacional e internacional en un mundo globalizado.
El reto al sindicalismo nacional es romper los paradigmas arcaicos del último tercio del siglo XVIII y adoptar los principios de complementarismo del primer tercio del siglo XXI para entonces sí ganarse un espacio de representatividad y respeto, dejando de ser una herramienta para los políticos de izquierda paternalista, que gobiernan economías endémicas.