Columnas

Los prófugos rajados

Para ningún ecuatoriano es desconocido que el correísmo ha sido calificado como “cartel delincuencial”...

En el argot popular, ausentarse sin motivo alguno se le dice “no te rajes”, utilizando una frase de una canción popular ranchera mexicana.

Este 9 de enero los correístas Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía, Carlos Viteri y Luis Molina, con sus respectivos cónyuges, “se rajaron” para México, en calidad de “asilados políticos”, pese a no reunirse ninguno de los requisitos exigidos por el marco jurídico internacional para tener tal calidad.

Para ningún ecuatoriano es desconocido que el correísmo ha sido calificado como “cartel delincuencial”, que ejerció y abusó del poder a vista y paciencia de los ecuatorianos durante toda una década, luego de la cual Correa dejó el ejercicio del poder, no sin antes haber convertido a la economía en una bomba de tiempo a reventar en el siguiente período, preparando así “su retorno triunfal”. Para ello se ferió toda la plata, no solo la obtenida por el precio elevado del petróleo; la del no pago de la deuda externa; la del (Feirep) Fondo de Estabilización Petrolera para el Pago de la Deuda Externa; la obtenida por los préstamos a China; etc. 

Todo esto para generar crisis interna ante el descontento por la carestía de la vida y desempleo, creando las condiciones requeridas para luego del descalabro político social por la toma de medidas, irremediablemente necesarias, salir a la palestra política, tal cual su compañera de mañas Cristina Fernández de Kirchner, y retornar al ejercicio del poder desde el banquillo de la Vicepresidencia, siendo el titiritero que controla los hilos del mando. Como el voto es emotivo, crear la imagen de persecución política, victimizarse, él y sus secuaces para despertar pena y obtener en las urnas el respaldo popular solidario por ser “víctimas”, es parte de la fórmula; pese a ser ellos los victimarios del pueblo, al ser los causantes del desastre económico que nos heredaron. Son ellos, los del “cartel golpista”, los que se ponen a buen recaudo en el nuevo acólito del socialismo del siglo XXI, alegando una inexistente persecución política. Esa es la realidad tras los prófugos rajados.