Modesto Apolo | La apuesta de Noboa

En un país cansado de la inestabilidad, esa es la apuesta de cara a la Asamblea Constituyente
La decisión de Daniel Noboa de impulsar una consulta popular para una nueva Constituyente es audaz, cargada de riesgos y oportunidades. A corto plazo, la jugada podría polarizar aún más un país en crisis; mas podría consolidar su liderazgo y rediseñar el futuro político del Ecuador. Noboa apuesta al “todo o nada” para romper el statu quo, pero el éxito dependerá de su capacidad para sortear un terreno político minado.
El argumento de Noboa es que la Constitución del 2008 ha beneficiado a delincuentes, a corruptos y ha hecho el país “ingobernable”. La Constituyente le permitiría realizar reformas estructurales, sin depender de una Asamblea Nacional fragmentada donde su influencia ha menguado. En un contexto de inseguridad galopante y hartazgo ciudadano, esta narrativa resuena.
Con elecciones seccionales (2025-2026), una victoria en la consulta fortalecería a su base política y debilitaría a los opositores como la izquierda, correismo y movimientos indígenas, quienes ven en la Constituyente una amenaza a perder sus privilegios.
Si Noboa logra rediseñar instituciones fortaleciendo el rol militar contra el crimen, consolidaría un modelo de gobernanza a su medida. En X, las campañas del “Sí” han ganado terreno con mensajes que enfatizan seguridad y luchan contra la corrupción, dirigidas a sectores que quieren “enterrar” la Constitución del 2008.
Pero el camino no está libre de obstáculos. Las preguntas como la reducción de asambleístas o la creación de bases militares atraen a un electorado frustrado, siempre y cuando las protestas actuales no escalen.
Resolver las protestas, mediante un diálogo efectivo con las bases indígenas será crucial para mantener el impulso del “Sí”.
Sin embargo, el éxito de Noboa dependerá de su habilidad para transformar el descontento popular en un mandato claro para el cambio, sin alienar a sectores claves. Su apuesta es arriesgada: una Constituyente podría ser el trampolín para un liderazgo histórico o un error que fracture aún más al Ecuador. En un país cansado de la inestabilidad, esa es la apuesta de cara a la Asamblea Constituyente.