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Medardo Mora Solórzano | Demagogia y cinismo político

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El demagogo siempre fue un experto en echarle la culpa a otros o a sus adversarios políticos, usando una retórica hueca

La demagogia es el mecanismo que utilizaron históricamente en América Latina los gobiernos populistas, caracterizados por hablarle al pueblo llano lo que quieren oír y no las verdades, recurriendo para ello al engaño, con lo cual logran respaldo electoral. Después los pueblos sienten que sus aspiraciones y problemas, lejos de ser atendidos, se agravan.

El demagogo siempre fue un experto en echarle la culpa a otros o a sus adversarios políticos, usando una retórica hueca, seduciendo con ello a un electorado que vota por emoción e intereses y no por alguna convicción.

El gran escritor austriaco Stephan Zweig sostenía que en la demagogia cohabitan impunemente la mentira y el robo. Ese es el comportamiento que caracteriza a quienes hacen politiquería, aprovechando la buena fe y credibilidad de sectores que son permeables al cuento de charlatanes carentes de ética.

Actualmente, utilizando los múltiples medios y redes de comunicación, promueven campañas publicitarias con las que esconden los verdaderos problemas sociales y entretienen a la ciudadanía, desviando la atención de sus reales necesidades y fabricando temas de discusión.

Ese populismo demagógico ha evolucionado y ha convertido las mentiras en actitudes cínicas, como el caso del tristemente célebre gobernante venezolano Nicolás Maduro, que habla de ser un gobierno legítimo que quiere ser derrocado por los Estados Unidos y, sin estar de acuerdo en la intervención por la fuerza de ningún país extranjero en otro país, repugna escuchar su cinismo, cuando el mundo entero es testigo de la escandalosa usurpación del poder que cometió, desconociendo el pronunciamiento del pueblo venezolano que eligió otro presidente. Invoca también cínicamente ser democrático, mientras tiene encarcelados incontables presos políticos y él y su grupo han cometido crímenes por los cuales debe responder. Ese cinismo lo lleva a hablar a nombre de un pueblo al que ha condenado a emigrar al serle imposible subsistir en el suyo.

Con esas prácticas la política se ha reducido a una disputa canibalesca por captar el poder y beneficiarse de él, pero no les importan las necesidades de la población.