De locos

“De locos”, como decimos todos cuando no estamos escribiendo una columna de opinión. El sistema de crédito social chino es peor que eso, los cuerdos aceptan el sistema como una gran herramienta de cohesión social porque han “comprobado” hasta la saciedad que no pueden confiar los unos en los otros. Parece que el rebaño tiene una relación tóxica con el pastor.
El sistema chino consiste, entre otras cosas, en que todo lo que hace usted queda registrado; la absoluta vigilancia con la excusa de medir su confiabilidad. La calificación de reputación oscila entre 350 y 950. Adicional a la vigilancia por cámaras, se le paga a ciudadanos por reportar 10 casos al mes en los que los vecinos, por ejemplo, se emborrachen o no visiten a los abuelos. Se hace trabajo no remunerado para ganar puntos y se denuncia en pantallas a los que no respetan el paso de cebra o el paso peatonal (Dios bendiga a los denunciados en Ecuador). El sistema empieza acreditando una cantidad de puntos al individuo que puede perder o multiplicar. El sistema abre y cierra puertas si su rostro no está autorizado para el ingreso, también puede calificar -con base en qué, no sabemos- su nivel de belleza en el edificio. Hay cosas que no nos pueden decir, pero que sí quedan en el sistema, ¡qué pánico!
La cámara identifica hasta la ropa que usa y según eso le harán ofertas de vestuario (un avance al espionaje en Google). En China el 80 % de los encuestados aprueba el modelo porque confía más en las autoridades que en sus pares y porque dicen que puede ser una forma de administración social que mejora la calidad de vida. En Occidente no sucede lo mismo por el modelo mental de democracia y libertades, pero agárrese, que el sistema no empezó desde el gobierno en China, sino desde el sector comercial.
Al rebaño se le cierra aún más el potrero con los pasaportes de vacunados. Tan solo el 1 % de la población china lo desaprueba explícitamente. Aparentemente la mayoría no tiene una gran preocupación por el uso de la data que recoge toda esta tecnología y cómo esta puede ser usada en contra del ciudadano, especialmente siendo las compañías tecnológicas las que presionan a los gobiernos para que compren sus soluciones y les permitan acceder a la gran plataforma de información que es donde está el inmenso negocio del control. En un episodio de Vice News que recorre el modelo, su presentador comenta la similitud a un episodio de Black Mirror, donde una chica cae en la desgracia de la descalificación social. Ante eso él dice: “allí es mal usado, en China es para bien”. ¿Para bien de quién?, es lo que cabe preguntar. Los chinos desacreditados ya no podrían comprar viajes o ‘tickets’ de tren.
La amenaza en Occidente es que se piense que este sistema de “sinceridad para cohesión social” sea una herramienta que nos salve de ataques terroristas, discriminación social, racial, de género o cualquier otra solución que quepa en el ‘brochure’ del miedo, incluido el narcotráfico. Inglaterra está lanzando para 2022 un piloto de aplicación nacional que registra hábitos alimenticios y de actividad física, para “cuidar” su salud, descuentos en gimnasios, entre otros. Y así se aproxima la pesadilla de la pérdida de privacidad y libertad. Me quedé sin palabras, de locos.