Columnas

Dinamizar oportunidades

'Debemos desvincularnos de promesas que luego no hay quien las pague, distanciarnos de mecanismos que solo encarecen la productividad nacional'.

En una entrevista con la embajadora de Ecuador ante Estados Unidos, Ivonne Baki, se conversaba sobre los beneficios que podemos tener los ecuatorianos producto de la gestión gubernamental para mejorar la relación política y comercial con dicho país. La embajadora explicaba que Ecuador ha entrado en una primera fase para una primera extensión del Sistema General de Preferencias y el mejoramiento del trato comercial de productos determinados. La meta para esta fase es de 4 meses, dentro de un marco de acuerdos en temas de seguridad, educación y comercio.

EE. UU. es nuestro principal socio comercial, si queremos desarrollo sostenido debemos afianzar esa relación. El detalle está en que el trabajo lo tenemos que hacer casa adentro. Si bien el gabinete de ministros trabaja en un plan estratégico que debe acoger las fortalezas más importantes que Ecuador tiene que ofrecer para, a su vez, subrogar los mejores beneficios que pueda recibir para trabajar en superar nuestras debilidades; el desafío está en nuestra optimización como producto final. Es imperativo implementar una operación nacional de mejora. Debemos desvincularnos de promesas que luego no hay quien las pague, distanciarnos de mecanismos que solo encarecen la productividad nacional.

Como ciudadanos debemos comprender que la relación bilateral con EE. UU. no significa que en tres meses tendremos carros sin aranceles, productos americanos baratos o que venderemos el triple de productos en ese mercado. Este paso significa la apertura a la dinamización de oportunidades; el Gobierno hace lo macro y nosotros lo micro. Sería un error pensar que tendremos resultados de la noche a la mañana; lo podremos ir sintiendo conforme se haga el trabajo y las mejoras se vayan dando.

Ahora bien, cualquier tratado bilateral debe ser aprobado por el Congreso de dicho país y por nuestra Asamblea. Los asambleístas no pueden vivir una abstracción de la realidad. La reforma que se haga a la Ley Orgánica de la Función Legislativa debe reflejar esta intención de ser honestos y eficientes. Tenemos una oportunidad importante, ojalá no la desperdiciemos.