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Graduaciones

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Y citando a San Juan de la Cruz: “El más puro padecer trae y acarrea más puro entender”

Qué mezcla de cuestionamientos, reflexiones, sentimientos y emociones se sienten durante una Ceremonia de Graduación de universitarios, sobre todo en períodos atípicos, aplicando nuevas metodologías, navegando con amenazas de contagios y sobreponiéndonos al dolor por la pérdida de seres queridos, colegas y alumnos. Experiencias “contra natura”, pero que hay que sortear. ¡Hay que sortear!

¿Habremos logrado como institución educativa entregarles a nuestros alumnos resiliencia, capacidades blandas y profesionales que ellos necesitarán para ejercer sus profesiones en el futuro, aún por definirse (que sabemos que cambiarán regularmente) y sobrevivirán solo reflexionando e improvisando durante su accionar, y estudiando el resto de sus vidas? ¿Habremos sido lo suficientemente flexibles, solidarios, humanos para ampliar becas? ¿Habremos cumplido compromisos de inclusión de alumnos con discapacidades?

También surgen, al momento de la graduación, esto es para todos: estudiantes, familiares, académicos, administrativos y directivos, simbolismos eternos desde los ritos iniciáticos primitivos hasta las sofisticadas ceremonias de universidades contemporáneas. Sabemos que atrás ha habido sacrificios, pero ahora que cambiamos de estatus y cruzamos un umbral importante, estamos felices por el logro con esperanza, orgullo, satisfacción y nuevos sueños.

¡Pero apostemos a la vida y al optimismo!

Tenemos que sumarnos a los comprometidos a crear un mundo mejor, más responsable, más inclusivo, más solidario y más equitativo… que los avances tecnológicos estén al servicio de nuestra compleja especie y no lo contrario.

Y citando a San Juan de la Cruz: “El más puro padecer trae y acarrea más puro entender”.