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Sigue el juicio

Avatar del Luis Sarrazín

Frente a un bienestar colectivo debemos, con adecuado sentido común, orientarnos es pos del bien de todos

Frente a los grandes problemas de la nación, resulta inconcebible el tiempo perdido entre los enfrentamientos de los diferentes poderes del Estado que, en lugar de trabajar mancomunadamente en favor del beneficio colectivo, se desgastan atacándose irracionalmente cual fieras hambreadas, buscando encontrar una hegemonía que satisfaga sus más caras aspiraciones: poder y dinero.

Sin duda, todos tenemos nuestros pensamientos y aspiraciones; sin embargo, frente a un bienestar colectivo debemos, con adecuado sentido común, orientarnos es pos del bien de todos.

Parece ser que muchos no se percatan de que somos el hazmerreír de otras naciones, que observan el juicio al presidente de la República como un bucólico espectáculo circense, en donde fieras de todas las especies se han lanzado a destruir la institucionalidad de la República, tratando de devorarlo sin ninguna razón o fundamento.

Los constitucionalistas de pacotilla revolotean alrededor de políticos nefastos que, carentes de moral y principios y cual vulgares mercenarios enloquecidos por el poder, como ya una vez lo mencionó aquel inolvidable jurisconsulto, el Dr. Carlos Julio Arosemena, pretenden organizar un aquelarre jurídico para cocinar y evaporar principios, normas y leyes sancionadas en la Constitución, tanto de impacto nacional como internacional, en la búsqueda de un nueva doctrina plastilínica, bajo un orden que les permita saciar sus inagotables delirios y voraces ansias de poder.

El circo sigue adelante con su programación y bajo la carpa escuchamos a los payasos desgañitándose, haciendo extensivo su pensamiento propio de semianalfabetos, carente de importancia y significación.

Estos brillantes retardados mentales hablan sin saber de qué ni por qué; alguna con complejo farmacéutico trata de encapsular los párrafos escritos y por allí, una cacatúa rápida grazna sin ton ni son frases carentes de significado. Todos, por supuesto, sin entender lo descrito en el Código Integral Penal en su art. 278, pretenden sostener una grave acusación basándose en fábulas, chismes o meras elucubraciones.

Y sigo andando…