Cenizas

Ojalá hubiese un cirujano politólogo que pudiese actuar en la Asamblea amputando y eliminando a todos los asambleístas gangrenados, que impiden una honesta y adecuada actuación a tan importante cuerpo colegiado
No es posible que aquellos que se inscribieron en una lista electoral, a sabiendas de lo que serían sus responsabilidades y obligaciones, se conviertan por circunstancias políticas en verdaderos agresores de aquellas personas a las que juraron servir al momento de asumir sus cargos, previa la instalación de la Asamblea Nacional.
Recordando la época de los ceniceros voladores, comentaba con el Dr. Raúl Clemente Huerta la triste imagen del Congreso, a lo que me respondió: “No se preocupe Luis, vendrán peores congresos, con legisladores despreciables de la peor ralea”, palabras proféticas en virtud de los acontecimientos actuales.
La ciudadanía, respetando las honrosas excepciones existentes, señala a los asambleístas cual seres despreciables que se pelean a dentelladas sus ambiciones y en virtud de ese comportamiento nada edificante, en donde se destacan los odios, pasiones, intereses oscuros y deseos llenos de ansias de dinero y poder, a base de componendas, pisotean los más elementales principios de honor, rectitud y ética.
La Asamblea se ha convertido en una especie de marmita donde sin discrimen alguno se juntan ingredientes de toda clase y naturaleza, incluyendo aquellos teóricamente incompatibles, que mezclándose al calor de los amarres, intríngulis y renuncias ideológicas, dan origen a un producto grotesco y deforme que los alegra y deleita.
Una persona con un miembro frío y sin latido presenta una gangrena y debe ser amputado para salvarle la vida. Ojalá hubiese un cirujano politólogo que pudiese actuar en la Asamblea amputando y eliminando a todos los asambleístas gangrenados, que impiden una honesta y adecuada actuación a tan importante cuerpo colegiado.
Al margen de creencias, invito a los asambleístas am que conscientes de su posición y obligaciones frente a los ecuatorianos, se liberen de todo tipo de amarres y consignas y aprovechen de este tiempo de reflexión y penitencia, en pro de una conversión espiritual y política, para limpiar sus mentes y actuar con verdadero humanismo, responsabilidad y patriotismo. ¡Hermoso sueño!
Y sigo andando…