Columnas

23 ‘rounds’

El Ecuador se ha visto severamente vapuleado por el SARS-CoV-2 desde prácticamente el mes de marzo del 2020, época en la que los estragos fueron extremadamente serios, hasta el punto de que en ciertos lugares los cadáveres se encontraban tirados en las calles.

Guayaquil, una de las más golpeadas, respondió solidariamente y el esfuerzo conjunto de las autoridades municipales, la empresa privada y la ciudadanía, amalgamados de manera efectiva y entusiasta, lograron reducir rápida y notablemente los efectos de la pandemia, para convertirse de mártir en ejemplo local y supranacional, llegando a reportarse cero fallecimientos durante un buen tiempo como resultado de tan importante como mancomunada operación.

Este conflicto, que debía estar en proceso de control, se ha translocado nuevamente generando un panorama cuya agresividad se compara y hasta superaría los acontecimientos de los inicios de la pandemia, ante la aparición secuencial de cepas con un comportamiento variable, una de las cuales, la ómicron, ha demostrado una contagiosidad notable, aunque sin poseer paralelamente una mortalidad de magnitud evidente.

La contagiosidad ha progresado ‘in crescendo’, potencializada no solamente por la difusibilidad de esta cepa, sino debido a la tremenda irresponsabilidad y desobediencia ciudadanas, que haciendo caso omiso de advertencias y disposiciones sanitarias, se lanzaron en las últimas festividades a gozar en medio de un desenfreno mayúsculo, cuyas consecuencias las estamos cosechando hoy a costa de la tranquilidad ciudadana.

Todo enfrentamiento o conflicto tiene un término y es así que un encuentro de boxeo dura 10,12 o 16 rounds, pero nuestra pelea contra el COVID-19, lleva ya cerca de 23 ‘rounds’ y no tiene visos de que se aminoren sus estragos.

Donde hay una población culta y disciplinada, vaticinan que la pandemia será controlada en unos 2 o 3 meses, lo cual no sucederá entre nosotros con una ciudadanía inculta y desobediente, que irrespeta las advertencias de sus autoridades y se acostumbró a hacer lo que le venga en gana. ¡Disciplinémonos!

Y sigo andando…