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Luis Sarrazín: La profecía

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Tenemos la esperanza de que las nuevas generaciones reivindicarán nuestros derechos

Nos ha tocado vivir algunas décadas durante las cuales hemos visto el desenvolvimiento político del Ecuador, llegando a la conclusión que, dejando de lado honrosas excepciones, quienes han dirigido el país se preocuparon sobre todo de sus intereses personales, grupales o partidistas, sin importarles en lo absoluto el desarrollo, progreso y futuro de la nación.

Avatares y el ritmo de un accionar de tumbo en tumbo, generado ante la pobreza mental y operacional de algunas de nuestras autoridades, que jamás se hicieron un adecuado examen de conciencia para mediante una verdadera autocrítica determinar si estaban o no en condiciones de ocupar dignidades gubernamentales, sobre todo en áreas de notable importancia; todo esto trajo a mi mente una sentencia escuchada repetitivamente desde mi niñez, atribuida a Santa Mariana de Jesús, mencionando que “el Ecuador no desaparecerá por los terremotos sino por los malos gobiernos”.

El único conflicto que genera tal afirmación se estrella contra el hecho de que jamás pudo afirmar tal cosa, toda vez que ella nunca fue ecuatoriana, al haber nacido en octubre del año 1618, en un lugar geográfica e históricamente conocido como la Real Audiencia de Quito y que el Ecuador se fundó como república en el año de 1830.

Complementariamente, podemos afirmar que esa frase que suena a una especie de maldición, jamás pudo haber sido pronunciada por alguien que vivió y murió en olor de santidad. Se trata de errores que se han mantenido vigentes de manera repetitiva y sin fundamento a lo largo de los tiempos.

El Ecuador, tierra maravillosa y feraz, que ha sufrido los embates tanto de sus hijos como de la naturaleza, no desaparecerá al estar firme y levantarse airosa frente a estos ataques aleves e inclemencias.

Tenemos la esperanza de que las nuevas generaciones reivindicarán nuestros derechos, derrotando a miserables aprovechadores de nuestros recursos, delincuentes comercializadores de vicios, traficantes de influencias y a la gran masa de corruptos que hoy pululan casi impunemente por calles y plazas de esta tierra hermosa.

Y sigo andando…