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Irresponsabilidad política

Avatar del Lourdes Luque

Por nuestra irresponsabilidad política, hoy los malos han penetrado todos los estratos de la sociedad

Nosotros, los que somos de la maravillosa generación de los baby boomers, que nacimos entre 1946 y 1964, tenemos mucha culpa de lo que vivimos hoy. Fuimos una generación caracterizada con grandes bendiciones. Por el nacimiento del movimiento pacifista de los Hippies. Por el nacimiento de las organizaciones de servicio social, del voluntariado, del ecologismo. Por la revolución musical de The Beatles. Por las familias grandes y extendidas formadoras de valores. Somos comprometidos, autosuficientes y competitivos. Crecimos en un ambiente de confianza, tranquilidad y en un período de bonanza tras la postguerra. Es la generación que más tiempo vivió un periodo de paz.

Quizás estas características nos volvieron políticamente irresponsables. Hoy somos los abuelos, padres y tíos que hicimos de la política un asunto de los otros. Somos quienes no inculcamos en nuestros hijos y nietos el amor a la patria a través del servicio público. Somos quienes dijimos, nosotros pagamos impuestos y con ello cumplimos con el país. Somos quienes dejamos que los políticos manejen el estado como les dé la gana. Somos quienes miramos a otro lado cuando Pancho Huerta dijo que nos estábamos convirtiendo en un narco estado. Somos quienes no marginamos a los amigos que sabíamos que de pobretones pasaron a ricachones luego de la función pública.

Por nuestra irresponsabilidad política, hoy los malos han penetrado todos los estratos de la sociedad, no importa si es la Iglesia, la justicia, el legislativo o el ejecutivo. Porque de acuerdo con la física, un espacio que no ocupa un elemento con ciertas características, lo ocupa otro, con características diferentes.

En resumen. Hoy no hay partidos políticos, hoy no hay cuadros para administrar el estado, hoy no hay escuelas de formación política en valores, hoy no hay mística de servicio para reconstruir el país.

Asumamos nuestra responsabilidad, dejemos de culpar a los demás, los paños tibios no nos salvaran de la hecatombe, pero si la decisión frontal de caminar hoy mismo hacia ese otro Ecuador, el que siempre hemos soñado.