La edad de oro

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Hasta suele decirse que algunos imperios forzaban las guerras cuando había crisis económicas para beneficiarse luego de las etapas de crecimiento de las posguerras.

Las diversas edades de oro que ha tenido la humanidad se han venido repitiendo cíclicamente a través de la historia, usualmente luego de una grave crisis. Me quiero referir a algunas de ellas para demostrar que, a una grave crisis, suele seguirle un gran renacer. La etapa de los siglos 16 y 17 es considerada la era más utópica, pura e inmortal de la cultura española: la genialidad de Cervantes, de Lope de Vega, de Velázquez y de Zurbarán, dieron su mejor producción; el Siglo de Oro siguió a las guerras europeas por la religión.

También existe la Edad de Oro del capitalismo o años dorados, o el ‘boom’ de la posguerra al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, hasta la crisis del petróleo de 1973, época que unió a dos procesos: el crecimiento económico y la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

Hasta suele decirse que algunos imperios forzaban las guerras cuando había crisis económicas para beneficiarse luego de las etapas de crecimiento de las posguerras.

¿Será que tras lo que estamos viviendo hoy surgirá una nueva edad de oro de la humanidad? Puede ser, muchos hablan con certeza de que al menos individualmente va a haber una profunda transformación espiritual en el ser humano. En una tertulia que tuvimos esta semana con los compañeros de trabajo nos atrevimos a compartir entre todos cómo nos había cambiado el estar en cuarentena con nuestras familias, para bien algunos, para mal, otros. Lo que es cierto es que muchos de nosotros, y me refiero a la gente sana y de valores, no a los rateros que pululan, no volvimos a ver la riqueza de la misma manera, total la pandemia llevó a la muerte sin distingo a ricos y a pobres. Chesterton decía que “La edad de oro retorna a los hombres cuando, aunque sea sólo momentáneamente estos se olvidan del oro”, y este escritor y poeta británico sabía lo que hablaba, ya que no en vano lo llaman el Príncipe de las paradojas.

En todo caso, esta semana llegué a mi tan ansiada tercera edad, a la cual la prefiero llamar mi edad de oro, y tal como han sido las edades de oro de la humanidad, aspiro a que Dios ilumine mi caminar para ser mejor persona día a día.