Columnas

Al desnudo

'A nivel local, logró desnudar, por ejemplo el liderazgo o la falta de él y la incompetencia de muchos. Hoy están desnudos vicepresidente, ministra y otros funcionarios que se echaron en hombros la crisis’.

¿Recuerdan ustedes el cuento El traje del rey, de Andersen? Ese que decía que había un rey tan pero tan vanidoso que ningún traje, ni de oro, ni de piedras preciosas le servía para su vanidad, y apareció un pobre sastre que lo convenció de que podría confeccionarle el traje más maravilloso del mundo, pero que tenía un defecto: aunque todos lo podían ver y maravillarse, el traje era transparente para su majestad… Y así salió el rey a pasear por sus feudos, como Dios lo envió al mundo, para asombro de sus súbditos, hasta que un niño rompió el hechizo con su grito, de “El rey está desnudo”.

Bueno, este virus tan pequeño (entran mil en un cabello) ha logrado desnudarnos como especie humana. A nivel familiar, nos transparentó con quién debemos permanecer y con quién no; quién es tóxico para nuestro futuro y debemos evitar; quién te protege y a quién tú también deberías de cuidar; a quién no le importas y a quién tu deberías olvidar; a quién extrañas y correrás a abrazar cuando lo puedas hacer; a quién vas a amar más luego de esta pesadilla y a quién vas a ignorar.

A nivel de tus prioridades, hasta desnudó que la forma en que estás dedicando tiempo y recursos quizás no era la debida; ni se diga en dónde estas invirtiendo recursos: en la salud, educación, o en despilfarros innecesarios.

En la parte laboral, el tiempo de reflexión te permitió reevaluar en dónde puedes aportar más con tu potencial. ¿Cierto?

A nivel local, logró desnudar por ejemplo el liderazgo o la falta de él y la incompetencia de muchos. Hoy están desnudos; vicepresidente, ministra y otros funcionarios que se echaron en hombros la crisis, sin descanso, o los asambleístas innecesarios, alcaldes ineficientes, prefectos desaparecidos, presidentes ausentes, políticos propositivos, políticos insoportables, empresarios ejemplo de amor al prójimo, y avivatos que lucran con el dolor ajeno.

A nivel internacional, desnudó lo poco capaces que somos en el manejo de crisis de salud global, y que los presupuestos del Estado no llegaron a ser oportunos, y eso se reflejó en muertes innecesarias. Mostró que una organización mundial de salud ocultó criminalmente la realidad del virus de Wuhan. Estamos desnudos, ya es hora de redefinirnos como la nueva humanidad.