Columnas

Había una vez

"Tenemos que tener leyes que nos protejan, leyes que condenen y un gobierno que dé ejemplo"

El motín en las diferentes cárceles del país nos traslada a una realidad con la que tenemos que aprender a convivir, que es la violencia. Las cárceles en general son mundos manejados por diferentes grupos de poder que quieren adueñarse de otros poderes y lograr así dominar. En la serie Sobreviviendo a Escobar-Alias JJ, él (JJ) fue el único sobreviviente del Cartel de Medellín. Les recomiendo verla dado que JJ representa nuestra sociedad.

Las cárceles en la serie se dividían en diferentes grupos: los narcotraficantes, la guerrilla y los paramilitares. Dentro de las cárceles hay un código de ética donde cada grupo tiene su jefe y los grupos no se mezclan.

Los motines en nuestras cárceles suceden generalmente cuando esa línea no es respetada y las órdenes que vienen desde adentro no se logran concretar. Setenta y más muertos en un día, brutales asesinatos para marcar territorio y probar qué grupo es el más fuerte. Lo lamentable de toda esta situación son los comentarios de muchos ciudadanos que están a favor de que se maten entre ellos, que les den bala, que es lo mejor que le puede suceder al Ecuador.

La violencia con violencia no va a ningún lado y desear la muerte a un ser humano no soluciona nada. A veces las personas que hacen esos comentarios creen en un Dios y creen también en la pena de muerte. El ser humano no tiene la potestad de decidir entre la vida y la muerte de otros y si es así, tendremos consecuencias muy serias.

Muchos países resuelven aplicar la pena de muerte, dependiendo de la agresión; son sus leyes, nuestra realidad es otra. Sí, necesitamos sentencias más fuertes, no podemos seguir llenando las cárceles pensando que esa es la solución. El problema real en muchas cárceles de Latinoamérica son los individuos involucrados en la mafia de la droga, desde el consumidor hasta el proveedor. No podemos alegrarnos de la desgracia de otros, ni alentar la muerte de nadie. Tenemos que tener leyes que nos protejan, leyes que condenen y un gobierno que dé ejemplo. No perdamos la esperanza de que los fiscales de turno, algún día, podrán ser libres.