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Confianza

Avatar del Larissa Marangoni

Es un problema depender de otros para lograr metas, en lo laboral y en lo familiar. El depender y al mismo tiempo aprender a delegar es una cualidad que requiere de mucha confianza y que todos en algún momento en nuestra vida vamos a necesitar lograr. El depender de otros te enseña a llenarte de paciencia y entender que tu tiempo no es el mismo de muchos. Si uno se desespera cuando las cosas no caminan a la velocidad que esperamos, imagínense nuestros dos candidatos que dependen de tantas personas. Mientras más cercanas son las elecciones, más personas que no los apoyaron al inicio van sumándose; algunos con intenciones sinceras otros no, apostando al candidato para alguna vacante. ¿Cuánta confianza tiene que tener un candidato que llegue a la presidencia con todas esas personas que se subieron casi al final de la campaña y van a tener que darles un puesto? Habrá que dárselos, asumo, pero jamás confiar, peor aún delegar. Nuestro presidente confió demasiado y ese fue su problema, porque al confiar delegó a muchos no estando preparados. Cometiendo errores o abandonaron el gobierno antes de que termine. Por supuesto, ¿cómo confiar si casi todos los días un ministro renunciaba, los mandos medios se los despedían y algunos colaboradores fueron presos? Se quedó solo y esa es su realidad y la realidad de muchos gobernantes. El poder ofusca, empieza tan sencillo como un chofer que te lleva a todos lados sin parquear, un edecán que te carga un maletín, hasta la seguridad los fines de semana cuando algún ministro farrea en la playa. El poder ciega con las cosas más sencillas, el que gane empezará una nueva carrera contra el tiempo, porque cuatro años es muy poco, peor con un país dividido que no perderá el tiempo en seguir atacando al ganador. Necesitamos un presidente que nos vuelva a unir; reconstruir nuestra confianza por la democracia y la política. Un presidente preparado, rodeado de profesionales, donde la prioridad son los ciudadanos, no un partido político, ni un grupo de amigos y familiares. Pensemos no en lo que nos conviene, sino en lo que el Ecuador necesita, para lograr un cambio real que beneficie a todos.