¿Invertir en Investigación y Desarrollo Agropecuario (I&D) es realmente rentable?

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Muchas economías han demostrado que el triángulo mágico de la competitividad funciona, de tal forma, que el ecosistema de innovación agrícola ha permitido incrementar la productividad

Deberíamos cuestionarnos si acaso esta es una pregunta retórica especialmente para un país cuyo sector agropecuario tiene un peso fundamental en el total de la producción nacional. De hecho, este sector aporta con el 9,16 % del PIB y en los últimos 7 años ha empleado el 27,25 % del total de la población económicamente activa. Por otro lado, en el período 2013-2018, el promedio de las exportaciones del sector agroalimentario fue de USD$ 5.506 millones, mientras que el promedio de las importaciones fue de USD$ 1.951 millones, mostrando una balanza comercial holgadamente positiva.

Muchas economías han demostrado que el triángulo mágico de la competitividad funciona, de tal forma, que el ecosistema de innovación agrícola ha permitido incrementar la productividad, establecer un equilibrio territorial, reducir la pobreza en el sector rural, y mantener un balance ambiental. Para que este triángulo se use y funcione fluidamente deberíamos observar tres componentes: 

  • Una elevada inversión en I&D
  • Un elevado porcentaje de la población con estudios de educación superior
  • Un elevado porcentaje de empresas que colaboran en innovación

¿Cuál es el desempeño de nuestro sistema de innovación agrícola? Las cifras de inversión en I&D (2014) era el 0,18 % del PIB agrícola. Registraba una relación de 11,8 investigadores agropecuarios por cada 100.000 agricultores. En 2005-2018, el presupuesto ejecutado por el instituto de investigación pública agropecuaria mostró un alta volatilidad caracterizada por reducciones que bordearon el 85 %. Por otro lado, en el 2014, se reportaban 170 programas de maestrías en ciencias agrarias y ningún programa de doctorado. El último componente registraba que tan solo el 6,57 % del total de empresas invertían en innovación.

Con estos bajos registros de inversión I&D, déficit de profesionales especializados y con una insuficiente participación de empresas: ¿Cuál es el desempeño regional de nuestra agricultura? Economías relativamente pequeñas que, a su vez, no puede influir en los precios internacionales; una producción agropecuaria altamente concentrada en pocos productos, y mercados de destinos también altamente concentrado en unos pocos. La única forma para salir de esta trampa es invertir mucho más evitando grandes fluctuaciones con el objetivo de brindar estabilidad a este ecosistema y revertir la tendencia actual.