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Gobiernos latinoamericanos de izquierda y derecha

Avatar del Juan Faidutti

Por desgracia todo queda en casi nada y al terminar su período pretenden armar su reelección.

Entre los dirigentes latinoamericanos recién electos algunos ofrecen seguir los dictados del pacto de San Paulo, otros aumentar impuestos, mejorar el sistema educativo y erradicar la pobreza. Por desgracia todo queda en casi nada y al terminar su período pretenden armar su reelección.

Con una u otra obra, realizada a un costo muy superior al real, conforman a sus seguidores, que lo que quieren es buenas vías de comunicación, escuelas y viviendas; se contentan con ellas, aunque roben. Muchos logran la reelección y si les molesta mucho el parlamento, lo disuelven, declarándose dictadores, poniendo como pretexto que inmediatamente convocarán a elecciones, muy amañadas. Ejemplos: México, con AMLO, quien formó su propio partido y ofreció la tercera revolución mexicana. Todo se ha ido en discursos. No ha podido detener el narcotráfico; el aeropuerto en construcción, tan necesitado, está paralizado; no ha podido vender ni rifar el avión presidencial. Se lo acusa de decir cosas sin sentido y con mucha demagogia.

Nicaragua es gobernado por los esposos Ortega, que encarcelan a quien haga el menor reclamo. No se salvan ni sacerdotes ni obispos.

También se presentan jóvenes políticos como Nayib Bukele, presidente de El Salvador, a quien se consideraría de derecha. Ha tenido el valor de encarcelar y perseguir a delincuentes que conforman pandillas bien armadas y que tenían casi dominado al pueblo. Logró inversiones de importantes firmas comerciales extranjeras. Les ha dicho cuatro verdades a los organismos defensores de Derechos Humanos: que en vez de acusar, vayan a acabar con las pandillas.

Petro, el único presidente de Colombia considerado izquierdista, tras implantar medidas económicas desacertadas busca a los dirigentes de derecha para combatir a los grupos guerrilleros, más fuertes que nunca, y abre las fronteras a Venezuela para ayudar a Maduro, que a su vez hizo arreglos con Estados Unidos para que una empresa explote petróleo y salve PVDSA.

En Brasil, con el tercer triunfo de Lula, su rival Bolsonaro espera callado a que el partido de los Trabajadores y el Ejército tomen alguna medida para que Lula asuma su poder legítimamente ganado. Lula no es de izquierda, es un progresista que realizó dos buenas presidencias.

En Argentina, los dos Fernández, en lucha, parece que se hubieran propuesto acabar con uno de los mejores países de América, sin embargo, ha surgido un nuevo político, Javier Milei, que denuncia sin pelos en la lengua la forma como se están llevando el país, con préstamos y devaluaciones.

En Chile, Boric, asociado con la extrema izquierda, sufrió un rudo golpe cuando el pueblo votó contra la Constitución con la que él deseaba gobernar. Ahora anda recurriendo a los clásicos partidos que manejaron con éxito al país.