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Aquí la presidencia es una lotería

"De lo contrario, cada cuatro años no aparecería esa lista disparatada de pretendientes a sentarse en el sillón presidencial"

hernandez
"La presidencia en Ecuador es una lotería; no un cargo que consagra una vida, demanda una carrera con logros excelsos y públicos y una hoja de vida de servicio y transparencia".expreso

Más la campaña electoral toma forma, más se vuelve evidente que el país recoge sus bártulos y vuelve a lo mismo: una lista larga, innecesaria y absurda de candidatos que aspiran a dirigir el país. Y, claro, vuelven las respuestas automáticas: “así mismo es”; en democracia cualquier ciudadano puede aspirar a ser presidente de la República.

¿No habrá cómo decir que no? ¿No habrá cómo decir que una cosa es querer, y, otra, medir la dimensión del cargo y compararla con el perfil del aspirante? ¿No habrá cómo recordar, para evitar pensar con el deseo, que cualquier persona puede aspirar a ser piloto de avión, pero mientras no acumule un número de horas de vuelo y pase algunas pruebas, no puede ser comandante de una aeronave? Lo propio es requerido para ejercer decenas de miles de oficios. Ante esa evidencia, no se entiende cómo ni por qué en Ecuador esto no aplica para el cargo de primer mandatario de la nación.

Es inaudito, pero es así. De lo contrario, cada cuatro años no aparecería esa lista disparatada de pretendientes a sentarse en el sillón presidencial. Es tal el nivel de excentricidad al cual ha llegado la elección presidencial que es habitual preguntarse si no surgirá, a última hora, un ‘outsider’; es decir, literalmente, un aparecido. Un ser inesperado que sale de alguna parte a patear el desesperante tablero electoral.

Esa eventualidad dibuja de cuerpo entero lo que los ciudadanos piensan del cargo presidencial: que a Carondelet puede llegar cualquier aparecido; tenga o no experiencia, esté o no preparado. La presidencia en Ecuador es una lotería; no un cargo que consagra una vida, demanda una carrera con logros excelsos y públicos y una hoja de vida de servicio y transparencia.

Otto Sonnenholzner engrosará, posiblemente desde este martes, la lista de candidatos a la elección 2021. ¿Qué lo anima a dejar la vicepresidencia? Que aparece con buenos números en los sondeos y esto inspira a sus promotores a pedirle que se ponga en la línea de partida. La gente lo premia por haber recorrido hospitales y repartido kits alimenticios durante la pandemia. ¿Pero qué lo hace merecedor de una candidatura a la presidencia? No se sabe. No tiene grandes logros ni experiencia en la administración y eso se antoja lógico: apenas tiene 37 años.

¿Qué puede mostrar Fernando Balda? Haber sido secuestrado en Bogotá por orden de Rafael Correa, según consta en el juicio. Nada más. Y depender, para su subsistencia, de chequeras ajenas que, dicho por él, le proveen todo. ¿Pablo Campana? Su carrera deportiva no abona para esta aspiración, si la confirma. Y de su paso dos años por el Ministerio de Comercio Exterior en este gobierno, quedan las promesas de grandes sumas de inversiones que nunca llegaron al país.

Galo Lara ha tenido una vida borrascosa que incluye una sentencia de 10 años de prisión como autor intelectual de un triple crimen. ¿Fue víctima de un montaje político, como él señaló? En todo caso, su hoja de vida contiene un ruido imposible de administrar en una campaña presidencial. Isidro Romero ha estado ausente largos años de la vida política y las horas que tiene para mostrar, al lado del Club Barcelona, lucen distantes. Lucio Gutiérrez vuelve mirando por el retrovisor y decidido a nutrir nostalgias por un gobierno que no concluyó. Andrés Páez no tiene buenas cifras ni siquiera en Quito, donde ha hecho su carrera política. Y así se podría seguir…

Muchos compiten sabiendo que no llegarán al 3 % de la votación. Pero nunca lo admitirán: compiten pensando que, con electores que parecen jugar a la ruleta rusa, de pronto les suena la flauta.