Premium

Diana Acosta-Feldman | Terminando con las mañas

Avatar del Diana Acosta

El nepotismo viola el principio de igualdad de oportunidades, genera corrupción, tráfico de influencias, abuso de poder 

Celebro la decisión del presidente del Legislativo de solicitar la renuncia a más de 40 funcionarios por ser parientes de asambleístas y de otros burócratas del parlamento, pues es acertada, justa y necesaria.

Algunos se equivocan cuando piensan que su ingreso al servicio público implica servirse de él e incluso hacer extensivo ese abuso a sus familiares, colocando a sus parientes en cualquier cargo, aunque no tengan ni la aptitud ni el conocimiento para el ejercicio de este, favoreciéndolos a dedo, dejando de lado a personas valiosas que aspiran legítimamente al mismo puesto con base en su mérito y capacidades.

El nepotismo no solo viola el principio de igualdad de oportunidades, sino que también genera corrupción, tráfico de influencias, abuso de poder y desconfianza en las instituciones públicas, porque compromete la trasparencia y el buen uso de los recursos del Estado.

La Ley Orgánica de Servicio Público prohíbe el nepotismo, impidiendo a “toda autoridad nominadora” contratar en la misma entidad “a sus parientes comprendidos hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, a su cónyuge o con quien mantenga unión de hecho”.

La viveza criolla de que otro colega le haga el favor de contratarle al pariente y ofrecer reciprocidad, para evadir la prohibición de nepotismo no es nueva, pues esa vieja maña viene de décadas anteriores y no solo dentro del Legislativo, sino de manera generalizada en toda la función pública, ya que la norma deja abierta la puerta para eludir la prohibición cuando solo limita a la autoridad nominadora y no a toda la institución, como debería ser.

Este buen ejemplo de la legislatura lo considero positivo y acertado, por lo que ese tipo de iniciativas merecen ser replicadas en todo el sector público.

Reformar la Ley Orgánica de Servicio Público para prohibir el nepotismo dentro de toda la institución y no solo a la autoridad nominadora, sería otro acierto que contribuiría a acabar con la vieja práctica de la viveza criolla, de acomodar convenientemente a la parentela de los funcionarios dentro de su misma institución.