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CREO-PSC: ¿el eje modernizador?

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Eso no se logra con extremismos sino con sofisticada inteligencia política. ¿La tendrán?

En enero de este año, en esta columna, se dijo que Guillermo Lasso y Jaime Nebot estaban condenados a estar juntos. Habían apostado, entonces, en una alianza electoral, a que Lasso llegara a la Presidencia. Y el PSC sumara un buen bloque de asambleístas. Lo lograron. Ahora esa alianza continúa y, por lo que se sabe, se orienta en una dirección compartida: llevar a Henry Kronfle a la presidencia de la Asamblea. Aceptar que haya miembros del PSC que vayan al gobierno; Pascual del Cioppo, por ejemplo, será embajador en España. Y hacer un acuerdo legislativo. Dicho de otra manera, hacerse cargo del país.

La relación de Lasso y Nebot supera, al parecer, las preguntas de cuán favorable fue electoralmente la alianza. Qué tan conveniente resulta que un socialcristiano presida la Asamblea. O qué tendrán que hacer para completar los votos a su favor. Hay un hecho cierto: es la amistad entre Lasso y Nebot y la aceptación, por parte del PSC, de que, más allá de lo que puedan firmar, van a acompañar a Lasso porque el momento y las circunstancias lo exigen. En el fondo, se puede estar hablando de que, al margen de los matices y diferencias, CREO y el PSC se empiezan a ver como una tendencia política llamada a modernizar el país.

Los historiadores dirán qué factores propiciaron este acercamiento que ha sido esquivo en el pasado. Pero hay, como siempre ocurre en estos casos, elementos personales y coyunturales que lo han favorecido. La amistad entre Lasso y Nebot que, por lo que se sabe, volvió a ser tan fluida como en el pasado. Las circunstancias extremas del país, ante las cuales no hay pretexto posible para evadir responsabilidades. La posición suigéneris de Nebot, sin interés electoral para él pero decidido a seguir pesando en la realidad política. La comprensión de que del futuro del gobierno de Lasso depende también el futuro político del PSC…

Otros factores, más subjetivos, pesan: que Lasso se graduó de político a los ojos Nebot. Y aterrizó, en forma decidida, en una visión simbiótica entre mercado y política social, tan presente en el discurso de Nebot. En los hechos, los dos han dado pasos innegables hacia el centro; un itinerario que muchos se niegan a admitir en el caso de Nebot. El hecho cierto es que Lasso fue elegido para solucionar los problemas más acuciosos del país y que Nebot se anota en esa tarea; prevalidos los dos de un franco pragmatismo. Esta vez, Nebot da un paso y busca que uno de los suyos presida el Legislativo.

Esa jugada está en proceso y, si les resulta, habrá que ver cómo la logran y con qué costos. Porque no es lo mismo hacerlo con los votos de Pachakutik y la Izquierda Democrática que con los votos del correísmo. Esa señal ayudará a entender otro interrogante fundamental: ¿cómo la centroderecha, erigida en tendencia, modernizará el país? No hay duda de que hay comprensión y sensibilidad social, ampliamente ratificada por el presidente electo y convertida en prioridad en su gobierno. Esa no es la respuesta al interrogante: depende de la inteligencia política con que procedan para incluir, en el proceso político, tendencias que son contrarias a la modernización y sin la cual no habrá recursos para la política social. Antaño se tomaron medidas mediante una aplanadora política. Esa época se extinguió sin remedio.

Así, al centroderecha le toca, curiosamente y en circunstancias extremas, congeniar modernización y apoyo innegociable a los más pobres. Y contribuir, de paso, a la modernización de las fuerzas de centroizquierda. Eso no se logra con extremismos sino con sofisticada inteligencia política. ¿La tendrán?