Finalmente, los jueces de la Corte Nacional de Justicia (CNJ) despertaron. El ruido ciudadano los sacudió tanto, que exigieron a su presidente, Iván Saquicela, que los convoque a una sesión extraordinaria para que el Pleno de la CNJ escoja la terna que se debe remitir al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social para la elección del vocal que presidirá el Consejo de la Judicatura (CJ). La petición fue clarita y sin opción a que ‘Saquipower’ se vaya por la tangente.

Pero Saquicela les “jugó Barcelona” y alteró el único punto del orden del día de la convocatoria. Así, llegado el momento, la celada sirvió para que se arme un rollo por el que los magistrados ni siquiera pudieron instalarse.

Antes de la sesión se filtró un audio en el que se escucha a Saquicela despotricar contra sus propios jueces, tildándolos de “cobardes”. Incluso, su veneno alcanza a un gremio de judiciales (AEMAJ), a quienes tacha de “sinvergüenzas”. Todo esto porque sus compañeros no apoyaron su alzamiento contra el CJ para provocar su desaparición. Sí, por no doblar rodilla a la bandera de la desinstitucionalización de la Función Judicial. ¿Se acuerda, acaso, Saquicela de que fueron sus compañeros quienes lo salvaron cuando estuvo al borde de la destitución? Sí, fueron esos “cobardes” los que lo reintegraron a la presidencia de la CNJ.

La crisis interna de la CNJ es innegable. La crea y alimenta el propio Saquicela. Él se encargó de dividirlos, confrontarlos y mantenerlos callados. Pero ya no le creen ni lo apoyan ni respetan. ¿Puede algún juez nacional respetar a un presidente que no solo los avergüenza con sus actos políticos, sino que los insulta?

El Pleno es la máxima autoridad de la CNJ, por lo tanto, los magistrados deben insistir en su convocatoria urgente. Y deben recordar que esta designación es de su competencia exclusiva, por lo que no cabe “consensuar” los nombres de la terna con los apetitos de Iván, el necio.

¿Saben por qué esto nos debe importar? Porque en países como el nuestro -donde proliferan la corrupción y la impunidad- las organizaciones criminales tienen muy fácil cooptar el poder, la justicia, y tener el control del CJ es la clave.