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Jorge Luis Jalil | ¿Cambiamos?

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La Constitución debe ser puente para trabajar y vivir en paz, no obstáculo

Este domingo 16 de noviembre Ecuador no vota por un presidente, decide si corrige un diseño institucional que quedó chico para una crisis mayor. En seguridad y economía, el SÍ debe ser la herramienta para recuperar el timón. No es un cheque en blanco: es la decisión de medirnos por resultados.

La seguridad es el punto de partida. Tras el cierre de Manta perdimos ojos y oídos sobre la autopista del Pacífico que usan las mafias. Se perdió el control de los puertos y la violencia trepó a niveles inéditos. Recuperar cooperación con presencia extranjera regulada -bajo jurisdicción ecuatoriana, con mandato, plazos y auditoría- no es ceder soberanía; es ejercerla para salvar vidas y devolver el mar a la ley. Un Estado pequeño no puede enfrentar redes globales con herramientas locales.

La política también requiere bisturí. Una Asamblea fragmentada parió mayorías móviles, vetos y leyes efímeras. Reducir curules, ordenar distritos y fijar umbrales que castiguen el oportunismo encarece el figureteo, la obstrucción y abarata el acuerdo. Representar mejor no es multiplicar sillas, es exigir responsables visibles y rendición de cuentas.

El dinero de la política debe volver a la gente, no a la propaganda. El financiamiento estatal terminó subsidiando candidaturas sin opción y aparatos que solo viven en época electoral para alimentar egos. La política, también, es convocar apoyo: aportes privados con transparencia, topes y auditoría. Bernie Sanders mostró que los pequeños donantes pueden sostener campañas.

Finalmente, toca una Constituyente. Montecristi dispersó el poder en cinco funciones y sembró incentivos que hoy traban la gestión. Volver al republicanismo de tres funciones, blindar la seguridad jurídica proinversión y fijar un sistema de justicia que priorice a la víctima sobre el victimario es sentido común. La Constitución debe ser puente para trabajar y vivir en paz, no obstáculo.

El SÍ no ofrece milagros, pero a mi criterio, sí ofrece una oportunidad histórica.