Suspenso de guerra

"Uno de los indicadores de la fortaleza o debilidad de Occidente pero que también puede revertirse a la larga contra Rusia, es la necesidad del primero de las materias primas"
Hasta ahora, nadie sabe qué va a ocurrir en los próximos días -pueden ser horas- en Ucrania. La concentración de tropas rusas en la frontera no cesa y en cualquier momento puede estallar el conflicto. Es muy fácil provocarlo. Basta que unos militares rusos con uniformes ucranianos hagan una violación en la frontera. No es nada nuevo. Lo hicieron los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Y lo volvieron a hacer en 1939 para iniciar la segunda. ¿Lo haría Putin? El punto es si quiere hacerlo o, más exactamente, qué es lo que pretende. ¿Una ofensiva total para ocupar Kiev, la capital de Ucrania y con ello el país? ¿Una ofensiva limitada que permita establecer un corredor con Crimea o fortalecer a los separatistas de la región del Donbás pero sin derrocar al gobierno democráticamente elegido ni precipitarse en una guerra total?
El problema de las guerras es que los agresores saben cómo empezarlas pero nunca cómo y dónde terminan. El káiser Guillermo II prometió a las tropas que marchaban a atacar a Francia (no se hablaba de Bélgica), que regresarían a sus casas cuando las hojas de los árboles cayesen en el próximo otoño. París no fue alcanzado y la guerra se convirtió en una sangría de cuatro años que terminó con el Reich alemán.
Putin tiene la superioridad moral este momento. Posee la iniciativa y está sondeando hasta dónde llega la fortaleza (unión) de Occidente, Estados Unidos y la Unión Europea. Ya lo hizo Hitler en Munich en 1938 cuando convenció al primer ministro Chamberlain de ceder a cambio “de la paz más duradera para nuestro tiempo”.
Uno de los indicadores de la fortaleza o debilidad de Occidente pero que también puede revertirse a la larga contra Rusia, es la necesidad del primero de las materias primas. No solo de gas natural del que parte de Europa depende sino también de trigo del que Rusia es también el mayor exportador.
Los vientos de guerra han hecho subir los precios del petróleo que podría alcanzar los 120 dólares por barril. Para Occidente en cambio, ceder en Ucrania sería dejar autorizada la impunidad de la fuerza. Hasta tanto el suspenso.