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La muerte de la verdad

Avatar del Joaquín Hernández

"El miedo, el terror, la rabia, son características de las sociedades de las democracias en peligro de desaparecer"

La problemática de la verdad ha sido hasta hace poco coto reservado de filósofos (sobre todo de los antiguos), de los epistemólogos y probablemente de los responsables de las distintas versiones de lo que se suele llamar “pensamiento crítico”. Nada que ver aparentemente con las grandes discusiones políticas contemporáneas. 

El problema de la verdad, en este caso de su muerte, ha dejado de ser sin embargo problema de especialistas en pensamiento y ha invadido el campo del análisis político como lo demuestra el último libro de Michico Kakutani, La muerte de la verdad. Notas sobre la falsedad en la era de Trump, cuyo último capítulo, por el momento, podría ser el recientemente publicado “Rage” (Rabia) de Bob Woodward, el reputado periodista que con Carl Bernstein provocó la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de los Estados Unidos en 1974.

Kakutani, cuyo nombre resulta poco conocido en nuestro medio, es una crítica literaria estadounidense de origen japonés, ganadora del premio Pulitzer por su trabajo en el New York Times, que pretende dar cuenta en su libro del papel “cada vez menos importante, del discurso racional, y del sentido común…”.

Esta debacle de la racionalidad no empezó con Donald Trump, ni con López Obrador, ni con los socialistas del siglo XXI o Vladimir Putin. Todos han sido o son populistas y autoritarios como lo fueron Stalin, Hitler o Mussolini. El clima cultural en que prosperan exitosamente es el anotado por Hanna Arendt en Los orígenes del totalitarismo: “En un mundo incomprensible y en constante cambio, las masas han alcanzado un punto en el que creen al mismo tiempo en todo y en nada: creen que todo era posible y que nada ha sido cierto”.

La muerte de la verdad abole la distancia entre lo verdadero y lo falso. Es el reino del relativismo: “todo depende de nuestro punto de vista”. “La verdad”, dice Kakutani, “es una de las piedras angulares de nuestra democracia”. El miedo, el terror, la rabia, son características de las sociedades de las democracias en peligro de desaparecer.