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Decepcionante

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"Como dice el proverbio: “Solo se es generoso con el dinero ajeno”

La educación particular del país es una de las víctimas propiciatorias para el sacrificio del juego de ofertas y contraofertas en que se ha convertido la política del país.

El ataque contra esta no es nuevo; forma parte del catecismo que repiten, devotamente, políticos populistas, pensadores y líderes “progresistas” que hasta ahora no han hecho ni siquiera un ‘mea culpa’ por los destrozos que han causado, en nombre de su ideología, con su gestión del país y sobre todo a la inmensa mayoría de las personas inocentes e ingenuas que confiaron en ellas y que no se resarcirá en años.

El escándalo Odebrecht mostró la doble verdad de los progresismos latinoamericanos.

Los institutos, los colegios, las universidades particulares nacen, para esta mentalidad, con un pecado de origen: ser particulares. Son sujetos de toda sospecha: hay que imponerles los mayores controles posibles, exigirles rebajas. No hay descuento en el pago de los servicios del Estado, como la luz o el agua, ni siquiera en tiempos de pandemia. Tampoco en semejante crisis moras que vayan más allá de un mes. Todo al revés rige para la educación particular: están obligados a dar descuentos, ayudas económicas, moras que liquidan instituciones. Como dice el proverbio: “Solo se es generoso con el dinero ajeno”.

La estructura de la educación particular de los institutos, colegios o universidades, es compleja. Sus instituciones se mueven en un difícil equilibrio para cumplir con sus objetivos: dar acceso a la mayor parte de los estudiantes de los sectores sociales con los que trabaja; pero por otra, debe dar estabilidad a sus colaboradores, sobre todo en tiempos como estos, y además innovar permanentemente sus servicios. Así lo entendió la Asamblea después de múltiples debates sobre la Ley Humanitaria.

La comisión de Educación de la Asamblea advirtió el peligro de hacer colapsar a la educación particular con medidas populistas como las que lamentablemente terminaron aprobadas después del veto presidencial, con desconocimiento de su dinámica, salvo que se quiera hacerlas afectar negativamente.