Premium

Joaquín Hernández Alvarado | Literatura sobre el Holocausto

Avatar del Joaquín Hernández

El problema es que el mal radical tiene su origen en la libertad humana

Con motivo de la celebración de la Feria del Libro en Guayaquil, se me invitó a participar en una mesa dedicada a la Literatura sobre el Holocausto. Para ello elegí al poeta rumano Paul Celan y al narrador español Jorge Semprún. Ciertamente, hay muchos nombres más que pueden citarse: desde el clásico Diario de Anna Frank, pasando por la obra de Hannah Arendt y el concepto de la banalidad del mal; Primo Levi y su emblemático Si esto es un hombre; hasta la obra de Giorgio Agamben. Todos giran en torno a las diferentes formas de entender la palabra Holocausto, e incluso alguno de ellos cuestiona su uso.

Existe otra forma de ver el Holocausto: por sus implicaciones. No se trata de describirlo o de narrarlo, sino de decirlo, de hacerlo presente. La experiencia de la muerte por ejemplo, en Fuga de la muerte, el terrible poema de Celan. Si bien la muerte es un hecho individual que solo puede ser vivido por cada uno, se puede sentir su presencia, su absurdo, su crueldad, las disímiles voces con que se anuncia. Es tan fuerte que trastoca, como se lee en las primeras líneas del poema, a la blanca lecha símbolo de vida y de pureza, en negra, símbolo de muerte y de abyección. “Negra noche del alba la bebemos de tarde/ la bebemos a mediodía de mañana, la bebemos de noche. / Bebemos y bebemos/ cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho”. Como fuga, resuenan simultáneamente en el poema varias voces que se entrecruzan entre sí, que invocan diferentes acciones y emociones que vuelven más siniestro el conjunto: “Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocar/ agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules/ hincad los unos más hondos las palas los otros seguid tocando a danzar”. No se pida coherencia a los versos: ¿es la muerte coherente? Las imágenes se suceden las unas a las otras y se mezclan los ojos azules del maestro de la muerte con la imprecación a los prisioneros para que caven sus tumbas mientras resuena la música de sus compañeros.

Para Jorge Semprún en La escritura o la vida, el Holocausto es la experiencia con el mal radical. La experiencia del mal puede tenerse en cualquier parte, comenta el narrador. En el campo de concentración, sin embargo, esta experiencia es crucial, masiva y por ello es el mal radical. El problema es que el mal radical tiene su origen en la libertad humana. Para afirmarse, la vida tendrá que tratar de olvidar esa experiencia del mal; para salvarse de su terrible recuerdo, escribirla.