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Joaquín Hernández Alvarado | Caminante …sí hay camino

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Hay que entender a la educación menos como una herramienta o como un instrumento y más bien como la autoconciencia

David Samaniego acaba de publicar su libro con el sello de la Universidad Espíritu Santo (UEES), “Caminante ... sí hay camino”, en una clara alusión al poema de Antonio Machado, “Cantares”, maravillosamente puesto en escena musical por Joaquín Sabina y Juan Manuel Serrat.

“Caminante… sí hay camino” parte de una convicción fundamental: la vida vale la pena vivirse. Y vale la pena vivirse pese a las tempestades que la cruzan y a las oscuridades que la angustian. Más aun, hay un agradecimiento del autor por experimentar este misterio que llamamos vida.

El libro es una compilación de artículos periodísticos que son en realidad diálogos. El diálogo es una forma amistosa, provocativa de atraer a las personas para conversar y llegar a un consenso.

Aborda así remembranzas y tradiciones; revisa los diferentes escenarios que ha vivido el país en estos últimos años, incluido el COVID-19, la inseguridad y la pérdida de las tradiciones; observa y critica sobre el estado actual de la familia y de la educación; ofrece nuevas visiones de su tierra natal Sígsig a la que permanece fervorosamente unido y a Guayaquil, donde ha vivido buena parte de su vida.

David suele utilizar dos adagios que parecerían ser contradictorios: “carpe diem” y “Deo favente”. El primero pertenece a la Antigüedad clásica; nada menos que a Horacio que en una de sus odas recomienda a su amada que no se desvele por las incertidumbres del mañana y que viva al día. Deo favente es en cambio una imploración: con el favor de Dios. Para Samaniego, estas expresiones se remiten mutuamente: se trata de vivir el momento presente con responsabilidad.

La condición de educador de David Samaniego está presente en todas las páginas del libro. Hay que entender a la educación menos como una herramienta o como un instrumento y más bien como la autoconciencia a la que llega una cultura. Es la PAIDEIA del mundo clásico según Walter Brugger y que significa que una cultura, cuando ha llegado a la etapa de la autoconciencia, a su plenitud, decide legar, transmitir a sus descendientes sus prácticas y valores, sus técnicas y sus tradiciones. Para eso se educa y por ello la educación es una expresión de la cultura. Es la visión de este libro generoso y variado que busca el encuentro con nosotros mismos.