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Entre guerras

Avatar del Jaime Rumbea

Solamente queda, además, esperar que el péndulo de la historia no traiga para los que vivimos el COVID un holocausto ni una Segunda Guerra Mundial. Hay que estar con los ojos bien abiertos

Mientras el COVID va saliendo de nuestra conciencia colectiva, me pregunto qué mismo lo reemplaza. Pensando en las nuevas urgencias y crisis, apenas persisten en nuestros pensamientos los más traumáticos meses del 2020.

Parece que empezamos a olvidar, sin querer queriendo, el tamaño de la crisis global que vivimos por esos días. Y al olvidar la crisis olvidamos también sus consecuencias o no las vemos mientras las vivimos.

Pero la trascendencia del COVID ha sido comparada por expertos e historiadores a la que tuvo la Gran Guerra, la de 14-18, la que parió al surrealismo, al nazismo, al fascismo e incluso, para algunos, la que parió la Revolución bolchevique. Como lo habría dicho el mismo Lenin, “La guerra es el mejor regalo que el zar pudo hacerle a la revolución”. ¿Podría alguien decir que el COVID es el mejor regalo que alguien pudo hacerle a tal o cual revolución?

La historia del mundo marca cómo un periodo muy particular a los años que transcurrieron entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Ojalá estudiar esos 17 años entre guerras sirviera para anticipar en algo lo que vivimos. Buscar superficialmente en la literatura muestra que al periodo “entre guerras” lo acompañó el nacimiento de los llamados “totalitarismos”. Al trauma de la Gran Guerra le atribuimos fenómenos que, sin la guerra más sangrienta conocida por el hombre como telón de fondo, no podrían explicarse.

Lo que a mí me provoca es imaginar cuáles son esos cambios trascendentales que en esta y la próxima década veremos desplegarse. Me pregunto, ¿cuáles serán las explosiones creativas que nuestras mentes más brillantes aportarán al futuro? Hay que estar con los ojos bien abiertos.

Muchos de los cambios que veremos tendrán que ver con tecnología digital. Y unido a ello veremos a los vestigios del estado nación moderno, el que conocemos desde hace varios siglos, desde la Revolución francesa, derrumbarse por completo.

Solamente queda, además, esperar que el péndulo de la historia no traiga para los que vivimos el COVID un holocausto ni una Segunda Guerra Mundial. Hay que estar con los ojos bien abiertos.