Columnas

1776

Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase hacerlo”.

El año 1776 fue un año particularmente iluminado para el pensamiento liberal al marcar dos hitos fundamentales: la declaración de independencia de los Estados Unidos de América y la publicación del libro Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, del filósofo escocés Adam Smith. Ese año se redactó por un lado la declaración de independencia americana, que en mi opinión es el documento sobre derechos individuales más relevante para el bienestar y la prosperidad mundial. Y, por otro lado, la Riqueza de las Naciones de Smith, que fue el libro que, reconociendo la naturaleza humana, delineó por primera vez los conceptos esenciales del liberalismo clásico. Si pudiéramos fusionar ambas obras en un solo mensaje, este diría: “Los hombres nacen libres y el Estado debe proteger esa condición. Por su propia naturaleza, el hombre libre busca siempre su propio beneficio, pero al hacerlo así, involuntariamente sirve y favorece a la sociedad”.

Estamos ‘ad portas’ de una campaña electoral donde los ecuatorianos elegiremos nuevamente presidente y asambleístas. Una elección en la que, usando un trillado cliché político, ahora más que nunca es fundamental elegir bien, pues la situación del país es tan precaria que no nos podemos volver a equivocar. Para evitar aquello, el primer filtro que debemos exigir es que los candidatos tengan la solvencia moral digna de la majestad del cargo a que aspiran. Una verdad que debería ser de Perogrullo, pero pareciera mentira lo recurrente que escuchamos por ahí el cínico “roba, pero hace obra” o peor aún, el “igual todos roban en la teta”.

Una segunda condición, tan importante como la primera, es la propuesta política y económica del candidato. La riqueza de las naciones, ya lo diría Adam Smith, la construyen los individuos actuando en libertad y buscando su propio beneficio. Porque actuando mundana y egoístamente, una “mano invisible” -palabras de Adam Smith- transforma la búsqueda de bienestar personal en un beneficio a toda la sociedad. Un fenómeno social que Hayek popularizaría 150 años después como el orden espontáneo.

Consecuentemente, si queremos realmente prosperar como país y tener crecimiento económico sostenido, el único camino que históricamente ha funcionado es el de -reconociendo nuestra naturaleza humana- liberar nuestro deseo de superación personal porque así, espontáneamente, generamos bienestar para la humanidad. Estas son las propuestas y candidatos que queremos apoyar estas elecciones para que finalmente podamos este 2021 enterrar para siempre el orwelliano 1984, y realmente retomar el smithiano 1776, cuyas palabras resultan hoy aún más relevantes que en aquel entonces. “Cada individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga […]. Al orientar esa actividad de modo que produzca un valor máximo, él busca solo su propio beneficio, pero en este caso como en otros una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en su propósitos […]. Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase hacerlo”.

¡Hasta la próxima!