Columnas

Errores y aciertos

"La mala es que sus opositores no pudieron disfrutar el espectáculo; estaban ocupados apagando el propio"

A estas alturas, ¿en qué encuesta podemos confiar? ¿En la que dice por qué candidato votaría, sin la cara de Noboa en la papeleta? ¿O en la que cuentan a Arauz, pero tal vez en un mes deban borrarla? Que la poca institucionalidad no nos quite la capacidad del análisis actual, y respondamos: ¿cómo vamos? Empecemos con quien -hasta ahora- encabeza la tendencia centroderecha. Guillermo Lasso. No han sido semanas fáciles para su campaña. Por un lado, la destitución de Ma. Paula Romo por una Asamblea que, para justificar su existencia en la política nacional, decide encarnar la figura de las Cruzadas. Romo es juzgada por su rol en el paro nacional. Ahí empiezan las contradicciones: el PSC y CREO la condenan. ¿No salió Jaime Nebot a defender al Gobierno contra los golpistas? Que se queden en el páramo, dijo. Guillermo Lasso tomó una postura muy similar. Después de “todo el apoyo”: cortan su cabeza. ¿La razón? Política. Hoy la desaprobación al Gobierno llega a 85 %. Nadie quiere ser considerado gobiernista. Están desesperados por entrar en la categoría de oposición. Aunque el precio a pagar sea la congruencia. La buena noticia: no todos seguirán o les afectará este análisis. ¿La mala? En esta imperiosa necesidad de ganar a como dé lugar, Lasso parece apostar por técnicas poco favorables. Tal vez trató de imitar el estilo de Noboa cuando dijo en rueda de prensa “la chica tiene que arreglarse bonito, y cuando esté bien vestida y esté bonita, consigue novio. Ese es el Ecuador. Hay que vestir bien a la economía”… ¿Para conseguir inversión extranjera? Dejando de lado la opacidad de la metáfora, tal comentario equivale a absoluta desconexión con los discursos actuales, desmerecedora de las nuevas tendencias de pensamiento y activismo. ¿Para qué el autogol? Peor si su oponente dejó el arco abierto. Sin defensas: Arauz y su “desdolarización buena”. Para quienes se oponen al correísmo, excelente noticia, esas dos palabras incendiaron su campaña. Se metió con el personaje más popular de todos los tiempos: el dólar. La mala es que sus opositores no pudieron disfrutar el espectáculo; estaban ocupados apagando el propio.