Columnas

Lo que se necesita

La minoría de habitantes del Ecuador exige y el resto contemplamos impávidos el desenlace de esos diálogos inducidos y provocados por la fuerza bruta

Tal como apreciamos las cosas que suceden entre el Gobierno y la gente, dejan claramente demostrado que hay que armar algún relajo, como se dice comúnmente, para que las voces de pedidos y reclamos sean tomadas en cuenta.

Al tenor de las dichosas mesas de diálogo entre los que casi destruyen a la capital de la República y los delegados del Gobierno, me pregunto si es la vía adecuada para que un conglomerado de ciudadanos sea atendido. No hay que hacer mucho esfuerzo para tener la respuesta. Todos los días la prensa se encarga de informar la manera como le van torciendo el brazo a las autoridades.

La minoría de habitantes del Ecuador exige y el resto contemplamos impávidos el desenlace de esos diálogos inducidos y provocados por la fuerza bruta.

No les satisfacen las mesas existentes, quieren alguna más. Y así de esta manera vemos el imperio de la desfachatez que se impone de a poco en toda América. Por eso es que una fruta podrida continua destruyendo a un país otrora rico, o un tira piedras incendiario mandando en el país que estuvo cerca de ser considerado del primer mundo, o un guerrillero sentado en la casa de gobierno dando inicio a la destrucción de otro grande. Por desgracia han llegado gracias a la ignorancia de los pueblos y a la dictadura del voto, dando fiel cumplimiento a los mandatos del foro pestífero.

Aquí se empecina el mandante banquero en seguir asfixiado por el mamotreto. Se anuncia una consulta con preguntas que resultarán ineficaces para salvarnos de las garras de la fiera herida y sus perniciosas ideas. Las harán tan enredadas que triunfará la sinrazón. Las reformas, si cabe el término, no solucionarán nada de peso y casi se podría decir que al final la vida sigue igual.

Hay entendidos en la cosa política que hablan o escriben sobre cómo salvarnos, pero no despiertan reacción alguna en el ciudadano adecuado, parece que está sordo.

La descomposición es a todo nivel. Últimamente hay asesinatos y escándalos en el seno de instituciones que deben velar por la seguridad ciudadana. ¿Qué ejemplo dan? Se diluyen en promesas que sabemos a dónde van a parar. Se van en caldo.