Gaitán Villavicencio: La agonía de Occidente

Casi siempre fracasaron y se impuso el realismo y las excusas
Para titular y desarrollar este artículo aplicaremos la categoría unamuniana de la agonía, no como floritura retórica, sobre la cual el eterno rector de Salamanca dijo “haber restablecido el verdadero sentido, el originario o etimológico de la voz ‘agonía’, el de lucha” en su obra La agonía del cristianismo. Aquí está escogida para una reflexión sobre lo sucedido en Occidente ante bárbaras masacres como las ocurridas en Gaza, Ucrania, Sudán, Siria, Irak, Afganistán, en estos inicios del siglo XXI, que han hecho que la condición humana caiga en lo más profundo del estercolero de Hércules, arrasando con la ética y valores logrados en los últimos siglos tras duras luchas sociopolíticas colectivas contra la esclavitud, el colonialismo y la hegemonía por las superpotencias de mercados y materias primas.
Samantha Power -embajadora en la ONU del gobierno Obama, periodista y profesora en Harvard- denunció en su libro La pasividad de Washington ante los genocidios del siglo XX, ganador del premio Pulitzer 2003, que “No por falta de información. Las noticias sobre los exterminios en curso siempre llegaron a Washington y otras capitales. Siempre hubo hombres y mujeres justos que agitaron las conciencias para evitarlos. Casi siempre fracasaron y se impuso el realismo y las excusas: es un asunto interno de otro país, no se puede hacer nada para evitarlo, intervenir creará más problemas de los que resolverá…”. Por eso el s. XX se inició con la brutal masacre de los armenios por parte del imperio Otomano y continúan en el s. XXI con Gaza y Ucrania, por parte de hegemonismos de supremacistas, oligarcas iliberales y fundamentalistas religiosos. Pero por los desconocimientos de los Estados de los principios históricos humanitarios sobre los que se construyeron varias de las fortalezas de Occidente -libertad, igualdad y fraternidad del liberalismo revolucionario y del socialismo como bienestar, cooperación y democracia- ahora en crisis, hasta convertirlos en armas para la descalificación sociopolítica, resurgen las sociedades a través de movimientos sociales, academias, organizaciones, para luchar contra la barbarie, exigiendo respeto a la institucionalidad de NN.UU., al derecho internacional y la paz para todos, sin exclusiones.