Otra vez: la libertad de expresión

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Lo que no se puede aceptar es la torpe discriminación, a este u otro medio, porque, con pleno derecho, se exponga una discrepancia.

Decía el periodista mexicano Francisco Zarco que “la prensa... es el instrumento más eficaz y más activo del progreso y la civilización”.

Obviamente, siempre, en el cumplimiento de ese rol debe fomentar el espíritu crítico y al ejercerlo es posible generar tensiones con aquellos que con una cuota de poder entregada por el pueblo, y por ello revocable a partir del criterio de la opinión pública, se sienten intocables.

Oportuno sea recalcar que no solo es un derecho, es obligación cívica de un medio de comunicación colectiva preocuparse por el destino de una ciudad o de un país y, entre otros aspectos, por el uso que se les da a los fondos públicos, esto es: los recursos generados por el aporte de todos.

Es una majadería, tal vez producto del deslumbramiento de ejercer un cargo de alta relevancia, pretender que para opinar al respecto de cómo se lo gestiona se tenga que haber ganado las elecciones. Ese pensamiento que creíamos superado en el quehacer nacional es propio de los aspirantes a tiranuelos y si hace falta volver a luchar contra él hasta erradicarlo, bien dispuestos estamos para ello. En el Quijote consta: por la libertad y la honra se puede y debe aventurar la vida.

No se trata de que un periódico se convierta en órgano político partidario. Por respeto a sus lectores, de diverso signo político, un medio de comunicación debe mantener independencia, entendida tal posición como la voluntad de no tomar una determinada alineación con tal o cual visión pero, justo por ello, tener también el derecho de criticar positiva o negativamente la gestión de los funcionarios, elegidos para servir y no para favorecer sus intereses personales o políticos.

Bastante hemos tenido en cuanto a diversas formas de corrupción como para guardar silencio en relación con las que comienzan a aparecer y, tal cual puede ocurrir, si se da alguna imprecisión en lo que informamos, amplia es la apertura para asumir y publicar las correspondientes rectificaciones. Lo que no se puede aceptar es la torpe discriminación, a este u otro medio, porque, con pleno derecho, se exponga una discrepancia.