Florencio Compte Guerrero | Lo que hemos perdido
Lamentablemente, este elemento protector para el peatón ha sido dejado de lado en las áreas de expansión de la ciudad
Hay muchos elementos de la arquitectura tradicional de Guayaquil que estamos perdiendo. Uno de ellos, que aún se destaca por su uso extendido en el área central de Guayaquil y en muchas ciudades de la costa, es el soportal. Si bien en las Leyes de Indias el soportal constaba entre los elementos arquitectónicos que debían tener las edificaciones que daban hacia la Plaza Mayor, su extensión más allá de estos límites es algo que caracteriza a nuestras ciudades costeñas, al ser un lugar acogedor y protector del peatón que da respuesta a las condiciones climáticas de lugares donde se combinan altas temperaturas y mucha humedad.
El uso de los soportales extendidos se conservó en disposiciones y ordenanzas emitidas incluso siglos después de la época colonial. Es así como en la Ordenanza de Ornato y Fábrica del 19 de noviembre de 1897, emitida luego del Gran Incendio de octubre del año anterior, se establecían un conjunto de disposiciones relativas a las nuevas edificaciones que se levantaran en el área reconstruida. Con el fin de evitar nuevas situaciones de riesgo se indicaba en ella que el ancho de los soportales debía ser de cuatro metros. Lamentablemente, este elemento protector para el peatón ha sido dejado de lado en las áreas de expansión de la ciudad. No es lo mismo caminar protegido por el centro de Guayaquil que, por ejemplo, la avenida Orellana.
Otro elemento fueron las chazas, como se denominan con esta palabra de origen naval, a las ventanas de celosías de madera, herencia árabe, llegada a la península ibérica a través de la ocupación morisca.
Estas ventanas abatibles permiten tamizar la luz y regular la entrada de aire, además de posibilitar observar desde el interior hacia el exterior y no en sentido contrario. Hubo casas tradicionales en Guayaquil donde la composición de fachada estaba definida totalmente por este tipo de ventanas, asociadas a las galerías frontales, tal es el caso de la ‘casa de las 100 ventanas’, cuya galería frontal, en la fachada, estaba limitada en su totalidad por una sucesión de ventanas de chazas.