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Carta a un policía

Avatar del Fernando Insua Romero

Es complicado estar en una UPC que se cae a pedazos, rodeado de sacos de tierra que intentan amortiguar las balas

Es difícil no saber en quién confiar y sentir la mirada inquisitoria sobre ti debido a aquellos elementos indeseables que te avergüenzan a ti y a tu institución. Mientras observas a diario a tus compañeros que aceptaron la misión y el llamado de tu honorable trabajo, luchando en solitario por defender el ideal de ser policía y evitar que este se desdibuje ante un país que está de rodillas por culpa de unos pocos que reinan sobre un trono dorado adornado con balas, tú estás recién graduado de la escuela de formación de tropa, llevando el orgullo de tu familia sobre tus hombros.

Aunque te resulta difícil aceptar que a tus veintitantos años puedes morir, sabes que es una posibilidad real. No eres sordo ante el testimonio de tus compañeros, pero sigues adelante. A veces eres enviado a lugares muy lejanos de tu hogar, a una provincia que apenas conoces, en alguna zona fronteriza donde las balas son como tulipanes negros que podrían acabar con tu vida en un río o en un matorral.

Es complicado estar en una UPC que se cae a pedazos, rodeado de sacos de tierra que intentan amortiguar las balas en caso de una emboscada por parte de terroristas mejor armados que tú.

Mientras escuchas por la radio al poderoso de turno dar un pomposo discurso ante la nación sin decir absolutamente nada, te das cuenta de que sigues sin medios, sin justicia y sin recursos. No vives de cuentos, el discurso no te proporciona los medios necesarios ni la protección de un Estado al cual representas. No llena el cargador de tu pistola, no te proporciona un chaleco decente ni reemplaza el caducado que lleva seis años sin renovarse. No le pone gasolina a tu patrulla dudosamente “repotenciada”. No calmará a la viuda que dejes por cumplir con tu deber.

Tienes ira, frustración, miedo e impotencia. Capturas delincuentes y los liberan. Liberas a un secuestrado y su captor queda en libertad. Sin embargo, por el bien de todos y por ti mismo, no te desanimes. Llegará la hora de los justos y de devolver el golpe.

Ecuador está contigo.