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Fernando Insua Romero: La era del individuo tirano

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Nunca tendremos un proyecto común si pensamos que la única causa que importa es el 'yo'.

Tuve el placer de leer a Éric Sadin, escritor y filósofo francés, quien en su libro La era del individuo tirano aborda los episodios desconcertantes de la vida contemporánea, como la viralización de teorías conspiratorias y la polarización de la opinión pública, atribuyéndolos a una raíz común y examinando la mutación tecnológica actual y su impacto en la psicología individual y colectiva. Sadin analiza el papel de las plataformas digitales a las que estamos aferrados, comparándolas con drogas visuales. El resultado, según el autor, es “la era del individuo tirano”, una condición donde se abole progresivamente cualquier fundamento común, dando lugar a un mundo donde el ‘yo’ se convierte en la fuente principal de la verdad.

No quiero decir que las redes sean el problema y que hay que dejarlas, pero parafraseando a Paracelso: “todo es veneno y nada es veneno, solo la dosis hace el veneno”. No es lo mismo usar las redes para generar cercanía o promover el diálogo (lo que muchos hacen), que aislarse en una burbuja de gente que piensa como uno, creyendo que así piensa todo el mundo. Siguiendo la obra de Sadin, decimos que llegamos al máximo grado de individualismo; ya no defendemos una causa, sino que seguimos, en muchos casos, fanáticamente una moda-causa para sentirnos moralmente superiores a los demás y anular la opinión de los otros, tornándonos agresivos. Sadin demostraba algo que vivimos en Ecuador, pues al ser los individuos ciegos ante cualquier punto de vista ajeno y al no querer participar en ningún proyecto común, institucional y formal, y considerarse apolíticos, ya no se ve la existencia de partidos sino una pléyade de movimientos sin institucionalidad, llenos de candidatos, por lo general sin identidad, queriendo agradar a todo el mundo y declarando sueltos de lengua que las ideologías no existen, sometidos al totalitarismo de la multitud. Este rechazo -generado por la polarización- a toda la institucionalidad, figura de poder, tradición y hasta a la democracia ha causado que figuras agresivas, en muchos casos, suban al poder, pues tienen una 'identidad' que destaca en esa sociedad agresiva pero débil. Nunca tendremos un proyecto común si pensamos que la única causa que importa es el 'yo'.