Comicios novedosos

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El proceso electoral, decíamos, se tornó complejo y difícil por las intensas diferencias y confrontaciones que surgieron entre los dos organismos electorales...

Hablando en términos criollos, hemos de decir que estamos “de la ceja al ojo” o también “a pepo y trulo” de las elecciones en que el pueblo ecuatoriano tendrá que elegir a los nuevos inquilinos de Carondelet y del Palacio Legislativo. Y es que después de cuatro días acudiremos a las urnas a depositar los respectivos “papelitos”.

El título de este artículo se justifica porque estamos inmersos dentro de un proceso comicial diferente, por lo problemático y hasta paradójico que ha resultado, sobre todo por el enorme número de binomios y listas a la Legislatura que se han presentado (16) lo que ha batido récord dentro de la historia política y electoral de la República. Además, llama a sorpresa porque los ciudadanos interesados en llegar al poder saben que tendrían que hacerse cargo de un Estado que soporta la más grave crisis económica de su historia, a que nos ha conducido la pandemia del coronavirus, con alto déficit presupuestario. ¿Prima el masoquismo o un gran sentido patriótico de sacrificio? Porque -y volvemos a usar la terminología y hasta la metáfora criolla -recibirán una “papa caliente” difícil de soportar entre las manos.

El proceso electoral, decíamos, se tornó complejo y difícil por las intensas diferencias y confrontaciones que surgieron entre los dos organismos electorales: el CNE y el TCE, sobre todo por la candidatura de Alvarito, presentada a última hora, y que estuvo a punto de mandar a la punta de un cuerno a todo el calendario comicial, con el aplazamiento del proceso. Y como si esto fuera poco, hubo que hacer una reimpresión en el IGM de las papeletas por un error que, debió haber sido involuntario y no el producto de algún malicioso complot, con una pérdida de $ 500 mil que tanto han pesado sobre el escaso presupuesto que le asignó el Gobierno al CNE.

La elección para designar a los parlamentarios andinos, final y felizmente, sí se realizará el mismo 7 de febrero, sin que se cumpla la postergación, superando un problema lega que se había proyectado para la segunda vuelta.

Una de las cosas positivas es que se recepten sufragios “a domicilio” a quienes no pueden movilizarse hasta las urnas, aunque no se sabe cuáles y cuántos serán los privilegiados con estas medidas.