Fausto Ortiz | Presupuestar con resignación: los supuestos para 2026
La corrección del precio del diésel, neto de bonos y subsidios, podría compensar parcialmente este efecto
El Ministerio de Finanzas ha presentado los supuestos macroeconómicos que sustentan la proforma presupuestaria de 2026. Como es habitual, se basan en las cifras disponibles del Banco Central del Ecuador (BCE). Son cinco los supuestos que merecen atención.
El crecimiento real esperado del PIB se ubica en 1,8 % para 2026. Más que una proyección, es el reconocimiento tácito de que nos cuesta crecer por encima de ese umbral. Desde 2016, ese ha sido el promedio de expansión económica, reflejando un estancamiento estructural que limita nuestras posibilidades de desarrollo.
Por tercer año consecutivo, se utiliza la inflación promedio en lugar de la tradicional inflación de fin de año. En 2024, se proyectó una inflación promedio de 2,07 %, pero terminó en 1,55 %. La anual fue apenas 0,53 %. Para 2025, el supuesto apunta a una inflación promedio de 0,8 % y podría terminar en 0,95 %, mientras estimo que la anual cerrará en 3,2 %. Para 2026 se proyecta una inflación promedio de 3,2 %, consistente con una inflación de fin de año cercana al 2,7 % y ciertos picos al inicio del año.
Ya con los datos de crecimiento del PIB en términos reales y la expectativa de la inflación, simplificando, sin entrar en el detalle del deflactor del PIB (que se ubica en 2,1 %), el BCE estima que el PIB nominal alcanzará los USD 139.000 millones en 2026, lo que representa un crecimiento del 4 % respecto a la previsión de cierre de 2025 (USD 133.700 millones). Este indicador es clave para las empresas que ajustan sus presupuestos, pues anticipa el comportamiento de sus sectores. En 2025, el PIB nominal registrará un salto de 7,3%, consistente con el crecimiento de las ventas reportadas por el SRI, que hasta septiembre aumentaron 7 % en este año de rebote.
La estimación del volumen de producción de petróleo muestra una tendencia descendente. El BCE proyecta 165,5 millones de barriles en 2026, frente al pico de 170 millones en 2024. Considerando los 12 meses hasta agosto de 2025, la cifra real es de 157 millones de barriles, lo que apunta a una caída drástica, explicada por el cierre gradual del bloque 43 y los efectos de la erosión regresiva del río Coca.
El precio del crudo ecuatoriano utilizado en la proforma para 2026 se ubica en $ 53,5, coincidiendo con el nivel alcanzado el mes pasado. En 2025 se supuso $ 62,2, pero podría cerrar cerca de $ 58. Más allá de comparar con el último precio, prefiero contrastarlo con el precio real del año anterior: $ 68,6. Cada dólar de variación implica un impacto de $ 60 millones en ingresos petroleros. Así, la diferencia de $ 10 respecto al año anterior representa una afectación de $ 600 millones. La corrección del precio del diésel, neto de bonos y subsidios, podría compensar parcialmente este efecto, pero no debe alejarnos de la tarea urgente de incrementar la producción petrolera.
Los supuestos para 2026 anticipan un año fiscalmente complejo y confirman los límites estructurales de nuestra economía. Más allá de los números, el desafío es político: ¿seguiremos presupuestando con resignación o nos atreveremos a discutir cómo crecer más y mejor?