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En lo tributario

'La ley marca un plan de acción desde una visión, la del Gobierno, pero en la búsqueda del reencuentro debemos escuchar las posiciones divergentes y trabajar en acuerdos programáticos que incluyan las líneas de la oposición’.

Finalmente, luego de cantarlas claras en una entrevista a su manera, recula, no se deja caer en provocaciones y haciendo honor a su lema busca el reencuentro dando un primer paso. Enviará la ley en tres partes, dando gusto a sus detractores, poniéndolos en evidencia, veremos ahora con qué salen.

Lo necesario, lo de fondo: entrar a discutir los contenidos de la ley, para lo cual nuevamente nos enfrenamos ante una realidad, debemos encontrar consensos, debemos buscar ese reencuentro incluso dentro de la Asamblea, aun cuando algunos llegan a la bajeza de involucrar a la familia, bajeza que no debe extrañar pues ya son conocidos los alcances. Se torna imperativo trazar los límites, no hay cabida para comisiones de la verdad que busquen impunidad, pero sí debe haber cabida para consensuar posiciones. La ley no es perfecta, eso no existe; la ley marca un plan de acción desde una visión, la del Gobierno, pero en la búsqueda del reencuentro debemos escuchar las posiciones divergentes y trabajar en acuerdos programáticos que incluyan las líneas de la oposición. Eso es, nos guste o no, democracia.

En lo tributario, si queremos impulsar la inversión, ¿por qué seguimos subiendo impuestos?

¿Por que un impuesto al patrimonio, “temporal”? Patrimonio que es el resultado del trabajo de cada ecuatoriano que logra responsablemente ahorrar e invertir sus excedentes luego de pagar impuestos. El impuesto al patrimonio premia a quien se gasta todo su dinero y castiga a quien ahorra e invierte. El ciudadano que tiene la fortuna de tener un trabajo y ganar dinero o de tener una empresa y generar utilidades, paga el impuesto a la renta, es decir, ya el Estado se queda con la cuarta parte de sus rentas. Ese ciudadano se queda con el 75 % de sus utilidades y trata de ir acumulándolas, invirtiendo en pólizas de inversión, en un bien inmueble o en otro negocio y así va formando un patrimonio que le brinde protección y estabilidad a él y a su familia. Es así que el impuesto al patrimonio pretende cobrar un impuesto a aquello que ya tributó, un doble impuesto para seguir financiando el despilfarro estatal.

De forma análoga, el impuesto a la herencia que acertadamente se quiere eliminar, guarda el mismo principio. Luego de haber ahorrado e invertido esas rentas que ya han tributado y de haber logrado formar un patrimonio, al culminar mi vida quiero que mi patrimonio pase a mis descendientes. ¿Por qué habría de meter al Estado entre mis deudos? Como algún economista renombrado lo dijera, el Estado se convierte en el hijo no deseado.

La eliminación de deducciones al impuesto a la renta es pensar que todo ingreso va a la vena y que no se genera con un costo o gasto inherente, con la única finalidad de recaudar más. Es impresentable que el Gobierno siga viendo formas de meter las manos en nuestros bolsillos, cuando lo que debería hacer es cuidar la manera en que se administran los fondos públicos, buscando la eficiencia y honestidad demostradas en la vacunación. Esto debería ser suficiente para lograr reducir significativamente los presupuestos del Estado; si decimos que antes la corrupción se llevaba millones, ahora ¿dónde quedan esos millones?

Quedó pendiente la eliminación del ISD. De lo laboral hablaremos en la próxima entrega.