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Más Milei y menos Cueva (II)

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Sin embargo la campaña terminó, se ganaron las elecciones y el discurso quedó en el recuerdo’.

(…Continuación) Así, mientras en Argentina este economista libertario acapara la atención mediática con un discurso disruptivo, claro y conciso, utilizando un lenguaje directo que se dirige a los políticos de siempre y a la población que poco entiende de economía, poniendo los puntos sobre las íes y diciendo las cosas como son: “los impuestos son un robo”, desenmascarando a aquellos que vociferan servir al pueblo cobrando impuestos a los ricos para dar a los pobres cuando en realidad solo quieren llenar sus bolsillos, con gastos desmesurados, obras faraónicas y bonos de miseria, todo para poder seguir robando en nombre de la robolución; en nuestro Ecuador, con un tono moderado y pausado pero con la misma claridad de conceptos y frontalidad de discurso, por el año 2020 tuvimos a un candidato, ahora presidente de la República, que compartía esta línea de pensamiento, habiendo incluso formado algunos años antes su propio ‘think tank’, un equipo de jóvenes profesionales conocidos como los ‘Lasso boys’, nombre que emula a los ‘Chicago boys’, aquel equipo de estudiantes y profesionales que bajo la tutela de Milton Friedman divulgaban los conceptos del neoliberalismo en los años 70 y con quienes comparten una similar línea de pensamiento.

Tales son las coincidencias entre los ‘Chicago boys’ y los ‘Lasso boys’, así como entre el discurso disruptivo de Milei y el discurso pausado de nuestro presidente, que por el mes de noviembre de 2020 en una entrevista televisada, nuestro entonces candidato a la presidencia nos decía textualmente: “Nosotros planteamos la reducción de impuestos. Nadie invierte en un país donde hay un infierno fiscal, donde la única propuesta es extraer dinero del bolsillo de los ciudadanos para entregárselo a un Estado administrado por funcionarios en muchos casos corruptos”. Las ideas eran claras y el camino parecía trazado, las fórmulas de más impuestos para financiar gobiernos corruptos, de intervencionismo estatal indiscriminado y de concentración de poderes habían probado no solo ser equivocadas en lo económico, sino ser fuente de sustento para la corrupción gubernamental. Se ofrecía un modelo neoliberal, disminución de impuestos, impulso a la iniciativa privada, reducción del gasto público y del tamaño del Estado.

Sin embargo la campaña terminó, se ganaron las elecciones y el discurso quedó en el recuerdo.

Sin dejar de reconocer el enorme éxito que significó la espléndida campaña de vacunación en el país y que aún sirve de modelo en la región; en lo económico, apenas un año después de aquella entrevista, ya desde Carondelet el Gobierno presentó un proyecto de ley que contrariaba todos aquellos ofrecimientos, un proyecto en el que se incrementan los impuestos a toda la población, se eliminan las exenciones tributarias, se grava el patrimonio personal y empresarial; una ley mamotreto que exprime los exiguos dineros de los privados para financiar el mórbido gasto público que no se logra controlar.

En contra de todo pronóstico, dicho proyecto pasó por el ministerio de la ley y recién ahora se empiezan a sentir sus consecuencias. Parece que las ideas libertarias se metieron en una cueva y el cortoplacismo triunfó. El pueblo tendrá que sufrir las consecuencias.